lunes, 26 de marzo de 2012

LOS REYES DE FRANCIA ERAN UNOS MARI……NEROS (Y ALGUNO DE NAVARRA TAMBIEN)

Todos los años, Carmen y yo nos dejamos caer un fin de semana en París. Me habían convocado a una reunión el jueves y tenía, forzosamente, que quedarme a cenar, con lo que la vuelta el viernes podía retrasarse. La verdad, no sé muy bien por qué aprovechamos para estas escapadas mis reuniones. El dinero que nos ahorramos es mínimo (Un vuelo mío, que con los vuelings o easyjets de turno te sale por 120 €). Supongo que así no discutimos por fechas.

Habíamos reservado alojamiento muy cerquita de los Inválidos. Salí de la oficina a eso de las 7 de la tarde y para las 7,40 ya estaba en el Hotel. Carmen llegaría una hora y media después.

Fuimos a cenar a una brasserie propiedad de un fanático del Rugby (Y juro que fue casualidad), con balones de la época de cuando reinaba Carolo, corbatas y fotografías de partidos de los 70. No cenamos mal.

Al día siguiente queríamos ir a Versalles.

Paris amaneció con un sol espectacular. Con sol, París es una ciudad incomparable. Sin embargo la luz de París nada tiene que ver con la luz de Madrid, por ejemplo. Es más grisácea y mortecina. Menos Azul. El tren lo tomábamos en los Inválidos y nos dejaba en Versalles. 7 € por cabeza y 40 minutos de desplazamiento.

Despues de las 50 veces que puedo haber estado en París, no conocía Versalles, y he de decir que, con este día, me encantó.

Lo primero que te das cuenta es de que el pueblo Francés tardó un huevo en decidirse a hacer la revolución. Porque con esos primaveras que tenían por reyes, es como para ir a la Batalla rojo de vergüenza esperando que el enemigo no te reconozca. Lo de morir con honor está muy bien, pero con tanto encaje y volante en el uniforme, es imposible que el enemigo no se te descojone en la cara antes de pasaportarte. Si vestían de bailarina hasta a los caballos…

El papelón de ser rey, desde luego, no tenía precio. La habitación de su majestad tenía una parte privada (Separada por una valla de 50 cms de altura, perfectamente visible), y la parte pública, donde estaban de visita los pesados que quisieran hacer la pelota. Supongo que cuando el rey quisiera coscarse, se metería en la parte privada, echaría los gases pertinentes, y saldría, aunque el olor inundase parte pública y privada. Eso de la intimidad parece que no era un valor al alza. Qué coñazo desde la hora de levantarse con esos pelos, con todo Dios dando vueltas a dos metros y medio tuyo, y deseándote buenos días desde el otro lado de la valla reverencia mediante.

¿Y qué me decís del comedor? Los reyes comiendo, los más allegados sentados en medio círculo viendo lo que jalaban y si echaban un regüeldo o no, y los menos allegados, de pie, detrás del medio círculo. Como para tener una conversación confidencial…

El Palacio de Versalles es una pasada pero, efectivamente, si los Reyes eran lo que parecían (O parecían lo que eran, que no sé muy bien) los jardines son otro tanto. ¿Dónde están esos raciales jardines, donde la naturaleza triunfa?¿Por qué se necesita un jardinero con sensibilidad (por no resultar políticamente incorrecto) para que no se te mueva ni una hoja del parterre, ni una ramilla de la fila de árboles? Lo que os digo, una mariconada de jardines

El Palacio de Versalles lo construyó Luis XIV para su mujer. Yo a la mía le compré un apartamento en la Playa. No por el dinero, sino porque soy mucho más práctico. ¿Vosotros os imaginais lo que tuvo que pasar la santa de Luis XIV con la mopa quitando el polvo arriba y abajo? (Despues de quitarle las horquillas por la mañana a Luis XIV, por cierto, que no debía de ser una tarea fácil) ¿Y Luis XIV segando el jardín y podando los setos? ¡Qué estress!

Visitamos el palacio, los jardines y la villa de Maria Antonieta, donde, en el Gran Trianon, me metí una birra de escándalo. Despues de un bocata, nos dirigimos al Gran Canal, donde me quedé traspuesto en la hierba, y es que ya os digo que en París, con buen tiempo, casi como en Madrid…o más

Buena caminata nos metimos.

De vuelta por París, colas de 30 metros en cada heladería. Parecía que lo regalaban. Hacía bueno, pero, era pelín exagerado. ¿Cola en la calle? Treinta metros más adelante, una heladería. ¡Qué presión heladera!

Anduvimos por unos de nuestros barrios favoritos, Le Marais, donde cayó otra cerveza “comme il faut”. Queríamos ir a Passy, buscando un restaurante de foie. La ciudad estaba maravillosa para pasear.

Haciendo tiempo en la Rue de l’annonciation, vimos un pavo abriendo ostras. Ya sabeis que es uno de mis vicios confesables. A mí, que las ostras me las den con pan y mantequilla me parece como un quiero y no puedo. “Comeré ostras y quitaré el hambre con el pan”. O estamos a ostras o estamos a pan…no sé si me explico.

La cena en el restaurante especializado en Pato del Perigord fue un escándalo. En París suceden cosas curiosas. Es muy fácil comer tralla y caro pero, la diferencia entre eso y comer bien por un poquito más no es tanta. Tomé una selección de foies (De oca y de dos tipos de pato) y un tournedó de pato a la trufa negra…espectacular.

Carmen tomó una ensalada templada de jamón de pato y foie, y el Plato del día, que era un guiso de oca…que le encantó. Para empujar un Saint Emilion (Burdeos) del 2007.

Como postres un pastel de nuez con chocolate y un vacherin. Como para salir abrazando a las farolas.

Compramos unos botes de cristal de foie y una lata, que aquí remarco, por la incidencia que tendrá en el devenir del viaje…

Despues de dar un par de besos a un policía municipal, tal era nuestro estado de euforia, cambiamos la hora de nuestros relojes, que no era cosa de que nos cerraran el desayuno al día siguiente.

El domingo París amaneció espléndido otra vez. Decidí no cometer el error del día anterior, y dejé la chamarra en la maleta. Queríamos ir al Museo de Orsay, meca del impresionismo francés. Os he dicho muchas veces que, supongo que influido por mi pobre madre, el Impresionismo me llega. Nunca había ido a Orsay, no así Carmen, y en este viaje quise quitarme la espinita…

La colección permanente es fabulosa. Renoir, Cezanne, Gauguin, Monet, Lautrec, Van Gogh… Sí, me acordé mucho de mi madre durante la visita. Le hubiera encantado...

Es cierto que, como decía antes, la luz de Sorolla, casi blanca de puro luminosa, nada tiene que ver con la luz plomiza de la primavera parisina de Renoir, pero la experiencia fue muy gratificante.

Comentaba que no sé por qué no me canso haciendo 25 kms andando y me canso mucho después de tres horas en un museo. Así me sentía…

¿Cómo estar en París y no hacerte la foto delante de la Torre Eiffel? (Puedo tener 30). Pues, con este día, mucho más recomendable.

Passy se encuentra a 10 minutos andando de la Torre, cruzando el Sena. El día anterior, Carmen se había quedado encaprichada de un restaurante normando de gallettes y Crepes. Parecía que no conociésemos otra calle en Paris, pero este distrito es muy agradable para pasear y comer. Una sidra normanda para empujar que la masa hace bola.

Hay un obrador de chocolate en esta calle que es un auténtico escándalo. Preparan los pasteles de cara a la calle y yo siempre me había quedado con ganas de entrar. Despues de la gallette, en vez de tomar un café, a “Aux merveilleux de Fred” a meternos entre pecho y espalda una de sus tres especialidades (La mía de chocolate blanco y la de Carmen de Café). No nos atrevíamos a entrar en ninguna terraza a comer con un café (Ya sabeis la mala lactea especial de la que hacen gala los camareros parisinos, que prefieren no venderte un café a que te comas acompañándolo algo que no has comprado allí. Enigmas de la condición humana)

Era hora de ir al Aeropuerto y, la verdad, sintiéndolo mucho.

París estaba petado de gente. Miles de personas en los parques y jardines disfrutando del día. A estos los traes a Madrid dos semanas y a alguno se le olvida ir a dormir.

Gracias a los millones de kms que vuelo con Iberia, nos metimos en la sala de pasajeros frecuentes de Orly. Esta sala es la caña, porque está antes de entrar en la zona aire, con lo que, cuando va a salir tu vuelo, te viene una persona de Iberia a buscar y pasas todas las colas de seguridad por el puto morro, como un rey (Por favor, un rey francés no, que, de momento, no tengo lazos en mi abundante cabellera) (A propósito, Luis XIV también fue Rey de Navarra. No me lo imagino, con toda la corte, en la carrera de cerdos de Arazuri…)

Al pasar seguridad, mucha tarjeta Oro de Iberia mucha leche, a Carmen le abrieron el trolley. Efectivamente…sé que todos estabais esperando….¡Los foies!

Nos los querían confiscar todos….Despues de cagarnos en español en su madre francesa, el probo servidor público, subcontratado por una empresa de seguridad, solo se quedó con la lata. Según él porque no podía comprobar el contenido (Esta noche ya sé lo que hay de cena en casa de ese cabrón)

Lástima de navaja multiusos para abrir la lata, comerme el foie y dejársela vacía, y la navaja, por supuesto, que soy un viajero respetuoso con las normas de seguridad que algún hijo de la gran puta nos ha colado para tenernos acojonados mientras él se hace de oro poniendo vigilantes que no saben hacer la o con un canuto y van a piñón fijo. (Algún día escribiré acerca del pastizal que estamos dando a cuatro empresas con la excusa de la "seguridad")

El rebote de Carmen para enmarcarlo. Yo, simplemente, me imaginé al segurata cagando, a ver si ponía la misma cara al apretar que un rey de Francia en la misma situación. Y me quedé mucho más tranquilo…

Si es que los pobres nos conformamos con cualquier bobada...

12 comentarios:

Fernando Solera dijo...

En el fondo es escandaloso lo que cuentas, Kikas. Que un viaje que os había salido tan chulo os lo quieran joder así, en el último momento, la verdad es que te pone de muy mal café. Hay que joderse...

Kikas dijo...

¿Y sabes la cara que ponía el pavo en mi imaginación al apretar, Fernando?
Solo por el descojono que pasé, que se coma la lata con tapas y todo
;-)

Winnie dijo...

Pero ¿cómo puedes hacerlo para que yo te lea y sienta los dientes y las babas tomando posesión de mi? Yo quiero estar allí y cansarme en ese museo, y hacerme la 30ª foto con la Torre Eifel..y....brgggggg.Envidia nada sana

Kikas dijo...

En fin, Winnie...veo que saco lo peor de ti...
Me cortaré en la próxima
;-)

Alex Moreno dijo...

Acabas de hundir mi fin de semana lúdico-festivo(de tres días, eso si) en Córdoba y Sevilla. La luz de Andalucía no tiene rival, y menos en primavera, pero el homenaje gastronómico del que has disfrutado es insuperable. París es mucho París.

Deberías cambiar el nombre de tu blog por el de:

"Miradcomomepongolasbotas"

¡Qué tío!

Saludos,

A.

Kikas dijo...

Alex, si es por eso censuro la entrada...
Pero irte a Andalucia en elecciones tiene tela....

Javier dijo...

Mira que me dice veces mi mujer que podíamos ir un fin de semana a París... y yo buscando excusas.
Yo tuve un percance saliendo de Costa Rica por el punto mechero, bueno era un zippo que me regalaron unos compañeros de curro. Querían que lo dejase, por seguridad, y les dije que no... cuando un armario ropero y una de seguridad, cuyo brazo era como mi pierna, me cogieron... les propuse quitarle la piedra y quedarme el mechero.
Eso sí, luego dentro podía comprar tabaco y mechero.

Un abrazo

Kikas dijo...

Javier, hazme caso, ve a París que cuando una mujer insinúa, no está ininuando...es una orden de Teniente General o lo que sea (Que yo no hice la Mili)
¿Y te dejaron meter el Zippo con la gasolina?
¡Qué falta de diligencia!

Gonzalo GY dijo...

Juas juas juas.

EL nombre propuesto por Álex me parece cojonudo.

Kikas dijo...

Gonzalo, Alex sí que es un tipo como dios manda, y no tú
;-)

Mela dijo...

Me da la impresión que los reyes de Francia no te caen muy bien.
El palacio de Versalles, el museo, la torre Eiffel... me han gustado.
La comida, nada de nada. Los postres, a lo mejor.
Estabas muy a gusto echado sobre la hierba.. jajajaja

Kikas dijo...

Más que los reyees de Francia...los franceses en general....y algún rey tambien
;-)
Eso sí...el día que sale bueno en París....es un día peronista...que dirían en Argentina...