Estaba en una feria de televisión en Pekín. Me encontraba en el stand de nuestro socio chino. La feria era una locura.
Para variar, en las aduanas nos tenían bloqueados unos equipos. La chica de logística, Xiao Fei, la última por la derecha, simpática como ella sola, había sido incapaz de liberar los equipos. No podíamos exponer. Me permitireis que no le haga publicidad al tendero y borre el logo que exponía. Despues de ver la foto, ¿os creeis que yo era lo más vistoso que tenían estas empleadas para exponer?
Una feria cuesta una pasta. De nada me servía que los equipos me los liberasen un dia despues de que acabase.
El evento duraba de viernes a lunes, ambos incluidos. Yo había llegado el jueves para montar. Xiao Fei me comentó que tenía problemas con los equipos, y que esperaba poder sacarlos el viernes por la mañana (O sea, podría instalarlos durante el primer día. Un inconveniente, pero asumible)
Y llegó el Viernes por la mañana. Nada más verla fui a informarme de la situación. Chungo. Según me dijo, era imposible que el equipo lo liberasen antes del lunes.
Entonces comenzó a conocerme. Porque yo, a cachondo, es difícil que me gane mucha gente (Alguno habrá). Pero a serio en mi trabajo tampoco es muy fácil que lo haga mucha gente. Y la palabra imposible, para mí, no existe. Y así se lo hice saber. Que Imposible era cuando el lunes, un minuto despues de acabar la feria, no nos hubiesen entregado la mercancia. Que mientras tanto, todo era posible.
Y ahí comenzó la chinita a saber lo que era la presión. Porque si esos equipos no los liberaban el viernes, o a lo sumo el sábado por la mañana, mi empresa habría perdido una pasta y yo demasiada energía.
Y supo que el cachondo que estaba continuamente bromeando, cuando se ponía serio, se ponía serio de verdad.
Pobre Xiao Fei. Supongo que nunca nadie la había hecho sentir la responsabilidad de ese modo. Y a la pobre, la quemé durante todo el viernes, preguntándola cada cuarto de hora sin descanso.
El sábado por la mañana comenzó igual. Presionada por mí hasta perder el resuello y ella intentando que su agente de aduanas, aquel que había comentado que era imposible, se enterase que la mierda era para repartir entre todos.
A las 12 de la mañana del sábado me miró con una sonrisa. Lo había conseguido.
Y yo exploté. La abracé y la di dos besos.
En ese momento ella se quedó paralizada. Se separó y como un tomate me dijo que nunca debería de haber hecho eso.
Y cai en mi error. En una cultura como la china, donde el contacto físico está tan mal visto, y la mujer es inferior en todos los sentidos al hombre, esa inocente muestra de gratitud la había convertido a los ojos de todos los compañeros de la empresa en poco menos que una prostituta.
Y lo peor del caso es que lo sabía. Anteriormente había trabajado con otra empresa, cuyas ingenieras entendían mucho más a los occidentales, no como la pobre Xiao Fei. En aquella empresa no estaba mal saludar a tus compañeras con dos besos, ante las miradas desaprobadoras de sus compañeros chinos (O envidiosas, id a saber). Pero sabía de su incorrección en la vida real allí.
Di una explicación en voz alta para que todo el mundo me escuchase (Y como veis, nada que ver con las estrecheces en materia de personal con la que nos manejamos por acá). Comenté que en mi cultura, ésa era una muestra de agradecimiento inocente. Que por supuesto no había querido ofender a Xiao Fei y que ella nada había tenido que ver en mi acción. Hasta que no se había insinuado tuve que explicar.
Me miraron como Obelix a sus entrañables enemigos, con cara de "Están locos estos romanos".
Sin embargo, y una vez pasado el sofoco, Xiao Fei me reconoció una cosa....hasta que no es imposible, la palabra imposible, no existe