En una cena en casa del Yogui, de quien ya os he hablado, la mujer de Chonfli nos dijo que una amiga tenía entradas para ver el Francia-Irlanda y que se iba con sus hijos. Yo me quedé con la copla y durante la somnolienta tarde del domingo comencé a buscar entradas por Internet. Había posibilidades y ya se me metieron los perros en danza.
Gracias a la blackberry comencé a mandarle mis progresos. Tenía el calendario, había fechas y parecía que tambien entradas.
Yogui se me puso on-line y nos repartimos el trabajo.
Los que me seguís sabeis que yo tengo el corazón rojinegro. Rojo de Gales y negro de su carbón. Aquellas minas en las que si pegas un grito en su boca salen tres medios de melé del tajo.
A Yogui, aparte de la Guiness siempre le fue el whisky y el cardo escocés. Un viaje a Cardiff a escuchar "Flor de Escocia" y "La tierra de mis mayores" en los prolegómenos del Gales-Escocia era una propuesta difícil de evitar. Sin embargo, nuestras obligaciones profesionales no nos dejaron más opciones este año que el Francia-Irlanda del sábado 13 de Febrero en el Stade de France de París.
Iberia decidió colaborar conmigo y amablemente dispuso plazas para mí, a cuenta de mis puntos Iberia Plus. Mi habilidad rastreando hoteles hizo el resto. 66 € desayuno incluido al lado de la Gare du Nord. Habitación doble, con camas separadas, que como se ha dicho aquí a veces, mariconadas las justas, que era la víspera de San Valentín, no se fuera a confundir alguno.
Una vez que ya tenía todo, en paralelo al teléfono, Yogui sacaba las entradas. La primera en la frente. No las aseguraban, eso quería decir que, con los billetes y el hotel sacados, debíamos de esperar dos días a que nos confirmasen. 90 € por entrada pero nos las entregaban en París. Yogui es gallego y ejerce...no se fiaba nada.
El marcaje al que sometimos a la chica de las entradas y a la recepción del hotel (Por llamarlo de algún modo), que era donde nos iban a entregar el sobre el viernes por la tarde fue inmisericorde. Por fin el viernes nos confirman que las entradas están a nuestra disposición en nuestro nido parisino. La suerte estaba echada.
Yogui llegaba desde Bruselas. Al aterrizar en Orly e intentar sacar mi billete para el Orlyval hasta la Gare du Nord, los putos kioscos que no me admiten la Visa. Más que eso, a pesar de que indican que admiten billetes hasta 50 € no es cierto.
Yo, que solo tenía billetes de 50 tuve que tomarme una botella de agua para que me diesen cambio. ¡Qué desagradable es el camarero parisino! (O camarera no se me vaya a
enfadar Bibi Aido)
Por fín llegué al hotel. Hombre, 66 Napos desayuno incluido, no era el Ritz. Dos camas, con sábanas limpias, un cuarto de baño decente...¡Pies para que os quiero! ¡Al estadio!
Al llegar a la estación de tren se notaba el ambiente. Irlandeses y Franceses mezclados, que esto no es futbol y no hay peligro de arma blanca. Ya sabeis lo que dicen, aquello de que el Futbol es un juego de caballeros jugado por macarras, el rugby un juego de macarras jugado por caballeros. Y, por supuesto, el Futbol Gaélico un juego de macarras jugado por macarras.
El ambiente al llegar a la estación del estadio ya era de expectación. Por supuesto, lo primero comprar una bufanda conmemorativa del partido. Abrigar no abrigaba, pero era vistosa
. Primera lata de medio litro de cerveza, 3 €. Precio razonable.
Yo iba con mi txapela, prenda nacional francesa por otra parte, con lo que la gente se extrañaba ante mis chapurreos con mi escaso francés.
¡Qué frío, colegas! Segunda cerveza, al lado del estadio, y ya costaba 6 Napos. Sin embargo el ambiente era maravilloso. Vascos con sus Ikurriñas y sus txapelas, Bretones con sus sombreros típicos, irlandeses...con sus cogorzas, en fin cada oveja con su pareja. Quedaba una hora para el comienzo del partido con lo que fuimos a ver a un bar el final del Gales-Escocia. Los reds dieron la vuelta en los últimos tres minutos a un resultado muy desfavorable. Ya tenía mi primera satisfacción seria del día. Entramos al estadio. Fila 76, Tribuna alta. ¡Y tan alta! Detrás de nosotros la bandera. No había más filas. Joder, ¿Y las entradas más baratas que la nuestra? ¿Donde les sentaban? Tuve que imaginar que en el bar de la tele, porque si no, no me lo
explico.
Y comienzan los himnos. Si así suena "La Marsellesa", "
La Tierra de mis mayores" tiene que ser de levitar. No recuerdo más frío en mi vida. Delante nuestro se sentaron dos pavos con unas banderas, y no he visto palo de bandera temblar más en mi vida (Veis la puntita del palo en la foto justo el único momento que el tío debio de parar de tiritar). Yogui y yo no paramos de reirnos de los tipos. Irlanda perdonó y Francia ejerció de lo que es. (Y no me pregunteis lo que es, que trabajo en una empresa francesa) 33-10. No todo se puede conseguir en esta vida.
La experiencia había sido fabulosa, pero nos quedaba la cena. Había preparado una reserva en un restaurante que conozco especializado en Foie. La única con
dición que me había puesto Yogui es que fuera sin velas, por favor, que no quería salir en los papeles.
Nos metimos un Foie au Sauternes y un Paté au Monbazillac. Pero lo mejor fueron dos Cassoulets (Alubias con muslo de pato, salchichas...) Muy digestivo para cenar. Queso y un postre de nueces y dos Armagnacs, para salir satisfechos del restaurante. A Yogui le gustó, y aunque gallego, me lo reconoció (Que los gallegos son más bien parcos en los elogios)
El restaurante, en la zona de Pigalle, no era el sitio más recomendable para que dos hombres solos, de muy buen ver por cierto, paseasen sin que hembras necesitadas de amor remunerado les molestasen. Lo peor fue cuando en vez de hembras fueron hembros (
U Hombres con pinta de otra cosa, vamos) ¡Qué espaldas! ¡Qué cachas encima de esos tacones! Parecían estibadores. Nos escabullimos en un bar hasta que pasó la tormenta mientras dábamos cuenta de un digestivo para que nos pasasen las alubias.
Al llegar al hotel avisé. Duérmete antes si no quieres dormirte despues (Es que dicen que ronco). Aunque gallego no entendió mi fina ironía.
Al despertarnos por la mañana nos quedaba la última sorpresa. Habíamos hecho apuestas a ver qué desayuno nos daban incluido en el precio. Y he de reconocer que muy decente. Tres piezas grandes de bolleria por cabeza, zumo de naranja de tetrabrick (Como el del Meliá de Alicante, por cierto, y eso sí que es para fusilar a algún responsable) y un café que estaba delicioso. No descubrimos el truco.
O sea, que para una escapada romántica seguramente no me iría al Abricotel, pero para otro partido que cuenten conmigo.
Ya nos hemos conjurado para el Gales-Inglaterra del año que viene. Aterrizando en Bristol y llegando a Cardiff en tren. Cualquier aficionado al Rugby sabe que la tradición indica que a Cardiff, siempre se llega en tren.