Que parece que aquí
hablo por si no teneis otra cosa que hacer, que os peguéis una
escapadita, y, lamentablemente, todo esto es mucho más prosaico.
Porque me pesan las dos semanas fuera. Y sí, recuerdo que
ese enlace también lo escribí estando en Rio. Entonces los viajes eran menos
alocados. Duraban una semana…generalmente viajaba acompañado (Yo era jefe de
unos comerciales fabulosos) y nos reíamos mucho…
Pero los cambios de empresa, las crisis y la vida, hace que
como no estés dispuesto al cambio sea cuando cambias…porque te mueres.
No había dormido nada. Era la segunda noche que me sucedía.
El Trayecto desde Quito hasta Santa Cruz
de la Sierra, vía Lima había sido agotador llegando a las 4 de la mañana al
hotel (Lo de la cola para pasar las maletas por la aduana en Bolivia, merece
entrada aparte).
En Bolivia, una reunión ya que, sin previo aviso, me
cancelaron la de las 9 de la mañana (Como comprenderéis, yo vuelo a Bolivia
cada semana un par de veces).
Hay veces, de todos modos, que gente a la que no visita
nadie se sienten agradecidos. Mis clientes Bolivianos me pusieron un asistente
personal para pasar trámites, seguridad, aduana, puesto anti drogas….jejejej,
era la primera vez que me pasaban por la fila de los diplomáticos y pilotos…
Pues si eso había sido fuerte, el viaje desde Santa Cruz
hasta Sao Paulo, via Asunción, tampoco fue descansado. Supongo que por los días
acumulados también.
Llegaba al Hotel a las 12 de la noche….y estaba colgado del
PC hasta las 4 de la mañana…me tenía que levantar a las 7…tampoco dormí.
Sao Paulo amaneció lluvioso. En el Aeropuerto procuro hablar
portugués a la mínima que puedo y, aunque me contesten en español (Producto
lógico de mi pobre dominio de su idioma) continúo hasta que acaban contestándome
en portugués, jejeje. Y es que, el que no práctica es imposible que
mejore…¿Quién dijo algo del sentido del ridículo?
Rio en Noviembre….
He quedado para mantener mi reunión en el Aeropuerto de
Santos Dumont. Aterrizo y despego por la noche rumbo a casa desde el Aeropuerto de Galeão. Para
ponerlo fácil. Dejo las maletas en consigna. No voy a andar por Rio con un trolley y el PC y el maletón. El encargado me
avisa:
Seguro afirmo que sí hasta que me oigo el click….¡Mierda!
Las gafas de sol y la cámara…
La cámara me cuesta 10 € de apertura de puerta pero, con una
tarde libre, ¿No es un asesinato el ir por Rio sin cámara?
La reunión la mantenemos en el Restaurante del Aeropuerto.
Yo no he desayunado, así que comer a la 1 no me va mal. Mi cliente tiene hasta
las 14,15. Hablamos de lo que tenemos que hablar. Ya estoy libre.
¿Qué hacer en una tarde en Rio? ¡Tantas cosas!, pero me
apetece el Pão de Azucar. Hacia allí me dirijo.
El Pão de Azucar se encuentra en una península que separa las
playas de Flamengo y Botafogo de las de Copacabana e Ipanema. No solo es una
vista espectacular desde cualquier parte de Rio (A mí, la mejor vista me parece
desde Flamengo o el Corcovado), sino que, desde allí, las vistas de la ciudad
son auténticamente fabulosas.
Sí, sé que es para turistas. Carmen hubiese preferido que
pasease de compras aunque no me apetece. Según ella, el collar más bonito que
nunca le regalé (Yo creo que el único) se lo compre en Rio, cuando yo tenía
gusto y clase. En el mismo viaje le compré un bikini a mi hija de entonces 11
años, que me costó una pasta y que, directamente, fue a la basura. Carmen se
pensó que me había vuelto un incitador a la pederastia….
La subida al Pão de Azucar se realiza en el funicular con
una parada en el medio. El Morro da Urca, de 220 metros de altura. No hay mucha
gente. Y me quedo sentado observando el paisaje. Y me viene el bajón.
Porque es injusto estar aquí solo. Debería de estar prohibido. No me deberían haber permitido subir. Y me invade la nostalgia….
Me pido una Caipirinha enfrente del pico. Me he tomado
Caipirinhas en peores sitios. Tambien me las he tomado mejor acompañado (No
corráis a demostrar que me habeis pillado en falta, que la reserva de Cachaça
en mi casa de Madrid es proverbial, y, honestamente, no las preparo del todo
mal)
Sí, estoy triste, y es una putada. Porque el escenario es
como para quedarse a vivir allí. Un poco nuboso en el Pão, disfruto del Morro
da Urca un par de horas. Y me subo.
La nube cabrona ha decidido agarrarse justo en la cumbre del
Pico. Hace mucho viento y, sin embargo, no se está mal.
Debido a la nube, las vistas son totalmente diferentes, pero
el Corcovado, enfrente, sobre el mar de nubes, es una vista maravillosa.
Y observo la cantidad de turistas, parejas de novios, y
grupos disfrutando. Y sé que soy un ingrato, pero no me considero un
privilegiado en este momento, sino un auténtico desgraciado de tener que vivir
esto solo.
Sin embargo no me
quiero ir. Me apetece ver la puesta de sol y aguanto…
Poco a poco se va haciendo de noche. Mi vuelo sale a la una
de la mañana. No voy a ir al Aeropuerto. Me voy a meter un Rodizio como dios
manda en mi lugar de referencia, El Porçao de Flamengo, camino del Aeropuerto.
No hay nada más triste que comer solo, a no ser que haya cementerios
involucrados. Sin embargo, procuro disfrutarlo. Para los que estais
acostumbrados a comer siempre acompañados, no os recomiendo una semana de viaje
solo, cenando en sitios decentes porque encima no vas a sufrir, mientras el
resto del personal te mira con cara de conmiseración…
Hay varias celebraciones en el restaurante. Me situo discretamente en una mesa en un rincón, y observo el espectáculo.
Comienzo con un buen plato de sushi y sashimi. Para los que no lo sepais, habitualmente, en Brasil se come un sushi muy decente. Entre otras cosas porque es la nación con más japoneses fuera de japón, y están perfectamente integrados.
A mi, la carne Brasileña me parece espectacular. Estoy
decidido a no inflarme, y selecciono las piezas que quiero, principalmente
Picanha, que me vuelve loco. Los que no hayais estado nunca en un rodizio, atentos al semáforo. Rojo, no me sirvas carne de momento. Verde...hasta "jartarnos"...
Caen tres caipirinhas y decido irme al Aeropuerto antes de
que acabe uniéndome a una de las fiestas.
Será la primera vez en mi vida que me despierten al llegar a Barajas sin parar de dormir en toda la noche. Y no, no es por las caipirinhas. Ni siquiera por el Libro de Borges que me colaron en Buenos Aires….
¿El puro agotamiento?