Sí, ya sé que ando vago y, lo peor de todo es que no es cierto. Tengo trabajo para repartir un par de carretillas y, a la hora de sentarme delante del PC a escribir una chorrada, necesito, por lo menos, tener algo que contar o acordarme de alguna cosa.
Porque si no, solo voy a soltar espumarajos por la boca, cagándome en la Cospe, las Sorayas, Marianico, Alfredín, Pujol o Durán, los Bárcenas que en el mundo han sido... y os vais a creer que me he vuelto "la niña del Exorcista".
Y andaba por aquí trasteando, y me he acordado de la cantidad de gente que he tenido la oportunidad de conocer a lo largo de los años, alguna en situación no muy digna, para qué vamos a engañarnos.
Debía de correr el año 94. Mi primer viaje a Paraguay. Había que explorar el terreno, buscar posibles clientes....
Teníamos un producto que le podía ir bien a la Policia. Paraguay acababa de quitarse de en medio al Dictador Stroessner aunque, en la calle, todavía había mucha gente que le apoyaba.
Llegué al Ministerio del Interior, o como se llamara ese sitio, en Asunción. Al entorno se le podía adjetivar de cualquier modo menos de tranquilizador. Montones de cuartuchos, escaleras oscuras...el paraiso para el Conde Drácula. Me acompañaron a través de innumerables pasillos y pasadizos y ahí me esperaba él....
No medía más de metro y medio. Rechonchete, vestido con uniforme de color caqui. Con la gorra de plato puesta, alcanzaba, holgadamente, el metro ochenta sino más....
(Todavía hoy me pregunto cómo podía, esa gorra, sostener semejante escudo sin desarmarse...) Lo de que el enano sostuviese la gorra en perfecto equilibrio ya es un tema de haber portado muchos libros en la cabeza cuando era pequeño para caminar erguido, o de que se la atornillase con tirafondos.
El pistolón en la cintura le llegaba hasta la rodilla. No recuerdo bien si porque era un fusil de asalto o porque su femur no era excesivamente remarcable.
Me hizo sentar al otro extremo de la inmensa mesa. Como en las cenas de diario de un matrimonio noble venido a menos.
Comenzamos a hablar. Yo veía el despacho. Las fotos, pensaba que como dijese algo inconveniente, ahí no me encontraban en años...
Y, como quien no quiere la cosa, mirándome a los ojos, lo dijo....
"El problema de este país no es la libertad, sino el libertinaje....."
Pies para qué os quiero....
No había llegado allí a hablar de libertad y derechos humanos, de desapariciones y torturas. Yo solo quería vender alguno de los archiperres con los que trabajase en aquel momento...
No recuerdo cómo, pero si recuerdo que comencé a cerrar el cuaderno como dando por cerrada la reunión antes de que la diese por cerrada él...por si acaso.
La última vez que fui a una entrevista sin que nadie supiese donde estaba.
Porque uno es valiente...pero no un inconsciente suicida....