Las Vegas está lejos. La diferencia horaria con España en verano es de 9 horas. Sin embargo, en la compañía en la que me encuentro ahora, intentamos hacer que la gente se sienta lo más cercana posible. Nuestro stand es conocido porque se ofrece buen vino, jamón ibérico, lomo y queso. Siempre hay gente que con la excusa de preguntar las últimas novedades, se toma un piscolabis.
El primer día de la feria íbamos a dar una medio fiesta en el stand. En Ámsterdam la solemos dar el domingo y proyectamos la carrera de Fórmula I. Es un clásico y se llena del Sector Broadcast español animando a Alonso. El año pasado fue especialmente patético porque estábamos al lado de unos ingleses en medio de la trifulca con Hamilton.
En fin, que las anécdotas se suceden. Desde un año que nos confiscaron el jamón en la aduana, hasta las botellas de vino que se rompen en las maletas (No nos podemos arriesgar a que nos hagan una inspección si las llevamos con el resto de equipos y nos detengan todo el envío de la feria. Estos gringos se andan con pocas bobadas)
Este año el queso no llegó en las mejores condiciones. ¡Menuda peste en el stand el domingo mientras preparábamos el ágape del lunes!
Después de un adecuado proceso de limpieza, lo dejamos alicatado hasta el techo. Eso sí, menos nuestro jefe que nos quiso convencer que estaba de puta madre, ninguno de nosotros lo probamos en toda la semana. Ahora, él dando ejemplo ;-)
Lo mejor de todo fue un invitado que me pidió un par de platos. Decía que nunca había probado un queso tan rico. Casi me caigo de la risa mientras le llevaba el segundo plato. (Lo siento por los que me leeis y nos habeis acompañado en la fiesta. El año que viene preguntad antes ;-) )
Para ser sinceros, con el tema de la crisis nos esperábamos un desastre total y ha resultado una feria muy razonable. Menos gente pero de más calidad, aunque a alguno “se la hayamos dado con queso”.
Lo peor es cuando te aparecen árabes o judios y a la hora de ofrecerles algo tienes poca capacidad de reacción. Generalmente, si se encuentran solos te aceptan el vino y el queso. El cerdo les sabe mal, por muy exquisito que sea el jamón, excepción hecha de mi amigo Yaron que, ya he contado en alguna ocasión, se pone de jamón hasta las trancas.
Este año la recogida fue más rápida que en otras ocasiones. El descojono que nos pillamos vaciando el globo de helio y cantando con voz de dibujos animados el Cumpleaños feliz es de los que se recuerdan. Lo peor del caso es que hay material gráfico y sonoro circulando ya. A partir de ahora, mi seriedad como profesional del ramo se va a ver en entredicho, mucho más que hasta ahora, se entiende.
Corrillo hicimos entre los que recogían los stands de alrededor y alguno se animó a meterse un chute de helio y echar unas notas.
John es nuestro hombre en USA. Gran tipo, después de cenar metió 5 dólares en una máquina gigante. La barra para que girasen las ruedas era como mi muslo. Uno a uno fuimos dando a la barra mientras nos sacábamos una foto. Y me llegó el turno.
Era el último. Chulo yo, al tirar de la barra perdí el equilibrio y me cai de culo. Todos se empezaron a descojonar hasta que vieron como se iban parando las ruedas y comenzaban a emparejarse los premios. Y esa máquina que comienza a pitar mientras yo sigo sentado de culo en el suelo y todos comenzamos a gritar de alegria.
Juro que era la primera vez, no que apostaba, que ni eso porque la pasta la metió John, sino que le daba a una palanquita de esas. Y los dólares del Circus Circus (El casino donde nos alojábamos) que comienzan a caer a la bandeja mientras todos aullamos como los yankis. (Los gorilas de la sala de seguridad llena de monitores fijo que nos echaron el ojo)
Tampoco vamos a volvernos locos. Nos cayeron 240 dólares, uno a uno. Y el bueno de John que se empeñó en repartirlos entre todos, en vez de quedárselos él que era el que había jugado.
O sea, que la feria acabó mucho mejor que como empezó. Comenzó oliendo a queso y acabó pasando por caja.
Ya nos volvemos. Mientras miro por la ventanilla del US730 el Cañón del Colorado y las Montañas Rocosas nevadas cuento las horas que me quedan para llegar a casa. Como este avión se caiga, a ver quién coño vende algo de Radio y TV en España, porque todos los que somos del gremio, venimos montados en él.