Los Escoriones, equipo de Rugby de Veteranos de la Provincia de Granada celebra desde hace 4 ediciones el Memorial Manolo Haro de Rugby para veteranos. En esta edición estábamos invitados, además de los anfitriones, el F.C Barcelona y nosotros, el Cisneros, "el Colegio".
Decidimos nuestra asistencia, en función de la respuesta que obtuvimos tanto de jugadores como de mujeres, que ya se sabe que en estas ocasio
nes son más importantes que los jugadores, hará un par de meses. La respuesta, sin poderla considerar masiva, fue importante. Gente que hacía años que no veíamos, se decidía a visitar Granada el día de las Cruces.
Se planteaba un problema de intendencia (Y para alguien que no ha hecho la mili por inútil, la intendencia debe de ser una cosa seria). Alojamiento para todos.
Las opciones eran claras, Hotel con encanto para las parejas de tortolitos y/o con niños en edad de teta, campamento militar para las familias a las que gastarse 600 € solo en dormir 3 noches nos parecía un poco excesivo. Que el Rugby nos gusta, pero tambien nos gusta el caviar, y solo lo compro cuando voy a Rusia.
Tato, madrileño afincado en Granada (O sea, de los pocos madrileños que habían, porque de los nuestros...casi todos somos de fuera) anfitrión estupendo y buen organizador nos echó una mano en este sentido. El Albergue de la Ciudad Deportiva de Armilla, donde se iba a disputar el torneo. 7,21 € por persona y día. No nos daban desayuno, ni falta que nos hacía.
El Barça, más previsor, había bloqueado todas las cabañas con capacidad para 8 personas que había en la instalación.
Bloqueamos el Albergue la familia de Iñaki, la del Y
ogui, Fermín, la mía más tres paracaidistas sin descendencia conocida (El Mono, JoseFer, y Paquito Cereijo, a la que mi hija y la de Iñaki le apodaron el "Croasancito", pequeñito pero cuadrado).
He de decir que, efectivamente, no era un alojamiento para una escapada romántica. Para eso estaban los hoteles que se agenciaron los ricos. Habitaciones de 4 literas, con baño compartido, tampoco es para llevar a nuestras mujeres muchas veces pero, en esta ocasión, transigieron y bien que se lo agradecimos.
Llegamos de madrugada la noche del jueves. El viernes 1 por
la mañana fuimos a dar un paseo por el centro de Granada. Catedral, Álcaicería, la capilla real donde están enterrados los Reyes Católicos, unas cañas, comenzamos a calentar motores.
Tato nos había facilitado el poder visitar la Alhambra. Nos habían reservado dos guias para el viernes por la tarde y ahí fue donde nos vimos el grueso del equipo. Alegría por encontrarme a gente como Gorrotxa despues de 15 años.
La visita, con niños, fue una maravilla. Hacía unos 20 años que no había vuelto. La última vez, creo recordar que fui, aprovechando que arbitraba un partido del Universitario de Granada de ascenso a División de Honor. Disfrutamos mucho del paseo, de las explicaciones de Paty
, nuestra guía, de las vistas del Albaycin, de Sierra Nevada, del Sacromonte, de los aromas del Generalife. Comenzaba bien el fin de semana, sí señor.
Al acabar, las chicas quisieron ir a ver las vistas desde el Albaycín, desde aquel sitio donde Bill Clinton, de visita en Granada exclamó que era el mejor atardecer que había visto en su vida. Nosotros habíamos quedado para un tocata con el resto de equipos, seguido de un barril de cerveza y algo para empapar. Los diez minutos de Gorrotxa llevando la delantera para hacer algo de conjunto, me llevó veinte años atrás. ¡Qué recuerdos!
El sábado amaneció con el Mono botando el balón en el pasillo del albergue. Menos mal. Eso hizo que me desperezase. Los actos comenzaban a las 11 con unas palabras de diferentes autoridades y representantes. Gran ovación que se llevó el Responsable de Cruzcampo, patrocinador del torneo. El de Coca Cola tuvo que soportar el abucheo cachondo al presentarse sin el de JB.
¡Menudo lujo de campo!. Una hierba cuidada, un poco alta, y Sierra Nevada al fondo. Para quedarse a vivir.
El primer partido nos enfrentaba a los Escoriones de Granada. Marmolillos delante, se notaba que quedaban todas l
as semanas para tocar balón y beber unas cervezas. Algo que nosotros, al ser casi todos de fuera de Madrid no hacemos nunca. Muy coordinados pero, en cuanto pasábamos el balón a la línea, ahí se notaba la diferencia, y es que atrás nosotros somos buenos, muy buenos. Cinco o seis ensayos les cayeron, pero nos hicieron sudar.
El siguiente partido nos enfrentaba al Barça. Se notaba que había pasta. No sé cuantos juegos de equipaciones llevaban. Para la cerveza de por la noche, para el tercer tiempo, para.... Parecía un desfile de ropa deportiva.
Al Barça yo le tengo cariño. Fue el primer
partido que jugué en División de Honor, en la Fuxarda. Ganamos. Veintitantos años despues volvimos a hacerlo. Otros seis ensayos les debieron de caer. Y nuestro casillero a cero los dos partidos. Seguimos sin perder un partido en veteranos y van, ni sé los años.
La mala noticia es que a Finito, en un placaje, se le rompió la clavícula. En ese momento yo me encontraba fuera del campo, con lo que me tocó acompañarle al Hospital. Más de tres horitas de nada mientras nuestra única preocupación era que no se acabara la cerveza ni el asado argentino antes de que volviésemos. Bueno, eso y un pobre ciclista qu
e se había dado un morrazo. Las reacciones que tenía, y su pinta hicieron que con todo el humor negro que se puede tener no paráramos de descojonarnos durante el rato que estuvimos allí.
Y es que menos de quince personas de bata no había en la sala desde donde distribuían a la gente. Todas ellas hablando de las malas situaciones laborales que tenían, de que no había derecho, pero tocándose los huevos a cuatro manos. Sí, señores de Urgencias del Hospital de Traumatología de Granada. Uno que viene de familia de Galenos, no puede por menos que pasar verguenza ante la pachorra que desplegaban
. Finito, malagueño, me preguntó ¿En el Norte es igual? No sé si tengo la respuesta, o si me apetece darla, pero la situación no es como para enseñarla a un inspector.
Baste decir, que llamaron a una persona que estaba en una camilla para ir a Rayos. Su mujer intentó empujar la camilla pero, parece una chorrada, no era capaz de enderezarla. Me ofrecí a ayudarla, y éramos incapaces de sacar la camilla por la puerta de la sala de espera. Fue a ver si alguien nos podía ayudar y le dijeron que no. Al final, entre ella y yo logramos sacar la camilla y llegar a rayos. Al pasar por donde estaba todo el personal, donde ella había preguntado, en ese momento conté 14 personas sentadas de charleta. Una puta verguenza. Si eran todos médicos no sé que hacían. Si no había un celador no sé quien distribuye los turnos. Si pasaban de nosotros, mierda para ellos. Me parece que, con lo que está cayendo, alguien no se acaba de enterar de que los que pagamos los impuestos es
por recibir unos servicios, no solo por obligación.
Claro, os podeis imaginar ese Ecce homo, vestido de ciclista, con cierto caracter, viendo ese panorama y, sobre todo, que llevaba dos horas y nadie se había acercado a él, se le llevaban los demonios.
Por fin logramos salir de Urgencias y llegar al tercer tiempo. Eran casi las cinco de la tarde pero, todavía quedaba cerveza y asado. Y, sobre todo, un ambiente estupendo.
No quisiera olvidarme a nadie, pero gracias a Tato, Ursus, Luis y todos los Granadinos que tan bien nos habeis tratado. Cuando nos íbamos hacia Granada eran más de las 7 de la tarde. Cena de tapas.
Y lo mejor es que los niños disfrutaron como enanos. Me han dicho que en Septiembre se organiza algo en Oviedo...comenzaré a entrenar...por si acaso.