Edimburgo es una ciudad encantadora. La conocía por razones de negocios, pero nunca me había detenido a pasearla con tranquilidad.
Teníamos unas entradas para ver la Calcutta Cup en directo. La Calcutta Cup es el evento deportivo internacional más antiguo del mundo, si exceptuamos la Copa América de vela. Se comenzó a disputar en 1874 y enfrenta a las selecciones Inglesa y Escocesa de Rugby.
Gracias a una amiga teníamos unas entradas fabulosas, y los chonflis y los kikases nos apuntamos.
Ya en Barajas nos dimos cuenta de que no era un acontecimiento normal. Cuando en la cafetería más cercana a la Puerta de Embarque nos encontramos a dos grupos de personas conocidas
"¿No irás a Edimburgo?"
"¿Dónde si no?"
El 90% del avión, que iba completo, era de aficionados al rugby y acompañantes (Que los acompañantes muchas veces no tienen por qué ser aficionados)
Con esto de Internet, ahora solemos ir a ciegas en cuestión de hoteles. Aunque reservado en Septiembre, las nuestras eran las últimas habitaciones libres. Excelentemente situado no era el Hilton, pero el desayuno era contundente. Las habitaciones estaban como las debió de dejar la Reina Victoria, allá por la Primera Calcutta Cup. No creo que hubiesen hecho ninguna reforma desde entonces.
Un Pub cercano al Hotel que eran cerca de las 9,30 de la noche, y en Países bárbaros están a punto de irse todos a la cama.
Allí, con las primeras Pintas de cerveza tostada, como me gusta, cenamos un haggis, "muy digestivo". El Haggis es una especie de morcilla de despojos de cordero, muy especiado y realmente delicioso. No sé por qué, me di cuenta de que, el que condujesen por la izquierda no era casual, sino que ver la vida al revés lo aplicaban a todos los ámbitos ;-)
Otras dos pintas de cerveza y el primer whisky, que no hay que abusar de mi ácido úrico, y nos retiramos a nuestros aposentos.
En España se estaba sufriendo eso que los periodistas ahora llaman ola siberiana y que en Vitoria, Pamplona, o Burgos, le hemos llamado siempre Invierno. El sábado, día del partido, nos amaneció lluvioso. Bien pertrechado de mi txapela y bufanda, y despues de un opíparo desayuno atendidos por una camarera andaluza que era un derroche de simpatía nos dirigimos hacia la Royal Mile, ¿donde si no? auténtico centro y casco histórico con todo el sabor que puede atesorar una ciudad con tanta historia como Edimburgo.
El tiempo había decidido no darnos respiro y, sobre todo, alrededor del Castillo donde no hay nada que te proteja, la lluvia racheada pegaba pero bien.
La Royal Mile es algo que hay que ver y que se disfruta viendo.
Para los que no hayais estado en Escocia y vuestro inglés sea de batalla, casi mejor os pillais un colega de Edimburgo o de Glasgow, con un buen dominio del castellano. Os aseguro que os merecerá la pena por mucho whisky que trasiegue de gañote...
El Castillo de Edimburgo se alza al final de la Royal Mile y es una delicia verlo desde cualquier rincón de Edimburgo, pero tambien desde dentro. Una visita imprescindible aunque la zorrera que pegaba no nos lo hizo cómodo.
El escocés es una persona tremendamente cordial y simpática. Nada que ver con sus vecinos del sur (Y ya, con los del sur de los del sur, una vez cruzado el Canal, ni hablamos). Se notaba que era día grande. Grupos de aficionados de ambas selecciones compartían la ciudad sin ningún problema como, de hecho, es lo normal en el Rugby y debería serlo en el resto de actividades de la vida. Junto a los grupos de Ingleses confiados, grupos de escoceses vestidos con sus kilt se bebían lo que no soy capaz de describir. A decir de las damas que nos acompañaban, tremendamente masculinos (Y es que a las mujeres ya he decidido no intentar entenderlas ;-) )
El partido era a las cinco (Hora poco rugbystica donde quepa, pero hasta aquí han llegado las exigencias de las televisiones). Era hora de ir dirigiéndonos al campo.
Habíamos quedado con Ramón y su mujer, que eran los que habían conseguido las entradas. Seguía pegando bien y, como señores, decidimos ir en taxi al campo.
El ambiente al llegar era espectacular. Grupos de gaiteros, las aficiones absolutamente mezcladas sin necesidad de policia a caballo que les separe, bebiendo y comiendo en total armonía (Algún día deberíamos de estudiar, el dineral que nos cuesta a todos el futbol, independientemente de que no te guste, para que luego los clubes no paguen ni la Seguridad Social)
A Chonfli le iba avisando de que se iba a quedar sin batería para grabar los himnos.
Efectivamente, escuchamos respetuosamente pero con desdén el himno a su reina, y, cuando, en mitad del "Flor de Escocia", yo me encontraba mandando a la "Armada de Eduardo a su casa"...nos quedamos sin el documento sonoro...snif (Para eso tantos gorgoritos delante del espejo poniendo cara de escocés...;-) )
¿El Partido? Bueno, cuando tu eres del Alavés y solo disfrutas de verdad viendo perder al Madrid o al Barça, muchas oportunidades no tienes, ahora bien, cuando la tienes, ¡joder como la disfrutas! (Y este año, mi Gales me está haciendo rejuvenecer hasta los 70, si me apurais...)
No fue el caso. Escocia jugó mucho mejor y los Ingleses tuvieron mucha suerte. Disfrutamos como enanos del partido y del ambiente y eso ya mereció la pena.
Los bárbaros del Norte saben que se las ven con gente educada y disciplinada en estos acontecimientos, porque de no ser así, peor organización no he visto a la hora de salir. Calles bloqueadas por la mitad en medio de la salida de 60.000 personas no es lo que yo denomino estar preparados en caso de una emergencia (Y a éstos, como a los alemanes, no les pasan más cosas porque dios es justo y misericordioso, que si fuese por su aptitud...en el periódico todos los días)
La cena, en un restaurante de moda en Edimburgo, "El Outsider" es otra de las cosas que tenemos que agradecer a Ramón. Coincidimos con Juanito Arrazola que tambien había ido al partido (O sea, suponemos que Ramón no nos llevó al "Outsider" por casualidad.)
Lo del Servicio al norte de los Pirineos, sea donde sea ese Norte, ya me habeis leido varias veces, deja bastante que desear. No me extenderé, pero ver como tratan el vino en según qué sitios de los que te cobran 40 napos por una botella, es para flagelar a más de un camarero y sus responsables.
¿Qué es eso de estar en Escocia y no meterte unos buenos whiskies?
Un Lagavulin de 16 años, pura turba, delicioso, Un Glenmorangie, siempre clásico, espectacular y, la sorpresa de la noche, un Yamazaki de 18 años, primer whisky japonés galardonado en la prestigiosa IWSC (International Wine and Spirits Competition)
Despues de esto, la vuelta a nuestros cuartos victorianos era lo más aconsejable, que al día siguiente queríamos visitar S. Andrews.
Por cierto, ando hasta las narices del spam, con lo que a los esforzados que me comentan, les voy a molestar un poco más y vais a tener que rellenar la palabrita de rigor.
Para los hijoputas, principalmente rusos y chinos, que me brean con sus mensajes, debo de ser un bocado apetecible, gracias a las más de 60 visitas que recibo por día...¡¡¡¡60!!!!
Si así voy yo, no quiero imaginarme a los profesionales de esto, con dos o tres mil...
Teníamos unas entradas para ver la Calcutta Cup en directo. La Calcutta Cup es el evento deportivo internacional más antiguo del mundo, si exceptuamos la Copa América de vela. Se comenzó a disputar en 1874 y enfrenta a las selecciones Inglesa y Escocesa de Rugby.
Gracias a una amiga teníamos unas entradas fabulosas, y los chonflis y los kikases nos apuntamos.
Ya en Barajas nos dimos cuenta de que no era un acontecimiento normal. Cuando en la cafetería más cercana a la Puerta de Embarque nos encontramos a dos grupos de personas conocidas
"¿No irás a Edimburgo?"
"¿Dónde si no?"
El 90% del avión, que iba completo, era de aficionados al rugby y acompañantes (Que los acompañantes muchas veces no tienen por qué ser aficionados)
Con esto de Internet, ahora solemos ir a ciegas en cuestión de hoteles. Aunque reservado en Septiembre, las nuestras eran las últimas habitaciones libres. Excelentemente situado no era el Hilton, pero el desayuno era contundente. Las habitaciones estaban como las debió de dejar la Reina Victoria, allá por la Primera Calcutta Cup. No creo que hubiesen hecho ninguna reforma desde entonces.
Un Pub cercano al Hotel que eran cerca de las 9,30 de la noche, y en Países bárbaros están a punto de irse todos a la cama.
Allí, con las primeras Pintas de cerveza tostada, como me gusta, cenamos un haggis, "muy digestivo". El Haggis es una especie de morcilla de despojos de cordero, muy especiado y realmente delicioso. No sé por qué, me di cuenta de que, el que condujesen por la izquierda no era casual, sino que ver la vida al revés lo aplicaban a todos los ámbitos ;-)
Otras dos pintas de cerveza y el primer whisky, que no hay que abusar de mi ácido úrico, y nos retiramos a nuestros aposentos.
En España se estaba sufriendo eso que los periodistas ahora llaman ola siberiana y que en Vitoria, Pamplona, o Burgos, le hemos llamado siempre Invierno. El sábado, día del partido, nos amaneció lluvioso. Bien pertrechado de mi txapela y bufanda, y despues de un opíparo desayuno atendidos por una camarera andaluza que era un derroche de simpatía nos dirigimos hacia la Royal Mile, ¿donde si no? auténtico centro y casco histórico con todo el sabor que puede atesorar una ciudad con tanta historia como Edimburgo.
El tiempo había decidido no darnos respiro y, sobre todo, alrededor del Castillo donde no hay nada que te proteja, la lluvia racheada pegaba pero bien.
La Royal Mile es algo que hay que ver y que se disfruta viendo.
Para los que no hayais estado en Escocia y vuestro inglés sea de batalla, casi mejor os pillais un colega de Edimburgo o de Glasgow, con un buen dominio del castellano. Os aseguro que os merecerá la pena por mucho whisky que trasiegue de gañote...
El Castillo de Edimburgo se alza al final de la Royal Mile y es una delicia verlo desde cualquier rincón de Edimburgo, pero tambien desde dentro. Una visita imprescindible aunque la zorrera que pegaba no nos lo hizo cómodo.
El escocés es una persona tremendamente cordial y simpática. Nada que ver con sus vecinos del sur (Y ya, con los del sur de los del sur, una vez cruzado el Canal, ni hablamos). Se notaba que era día grande. Grupos de aficionados de ambas selecciones compartían la ciudad sin ningún problema como, de hecho, es lo normal en el Rugby y debería serlo en el resto de actividades de la vida. Junto a los grupos de Ingleses confiados, grupos de escoceses vestidos con sus kilt se bebían lo que no soy capaz de describir. A decir de las damas que nos acompañaban, tremendamente masculinos (Y es que a las mujeres ya he decidido no intentar entenderlas ;-) )
El partido era a las cinco (Hora poco rugbystica donde quepa, pero hasta aquí han llegado las exigencias de las televisiones). Era hora de ir dirigiéndonos al campo.
Habíamos quedado con Ramón y su mujer, que eran los que habían conseguido las entradas. Seguía pegando bien y, como señores, decidimos ir en taxi al campo.
El ambiente al llegar era espectacular. Grupos de gaiteros, las aficiones absolutamente mezcladas sin necesidad de policia a caballo que les separe, bebiendo y comiendo en total armonía (Algún día deberíamos de estudiar, el dineral que nos cuesta a todos el futbol, independientemente de que no te guste, para que luego los clubes no paguen ni la Seguridad Social)
A Chonfli le iba avisando de que se iba a quedar sin batería para grabar los himnos.
Efectivamente, escuchamos respetuosamente pero con desdén el himno a su reina, y, cuando, en mitad del "Flor de Escocia", yo me encontraba mandando a la "Armada de Eduardo a su casa"...nos quedamos sin el documento sonoro...snif (Para eso tantos gorgoritos delante del espejo poniendo cara de escocés...;-) )
¿El Partido? Bueno, cuando tu eres del Alavés y solo disfrutas de verdad viendo perder al Madrid o al Barça, muchas oportunidades no tienes, ahora bien, cuando la tienes, ¡joder como la disfrutas! (Y este año, mi Gales me está haciendo rejuvenecer hasta los 70, si me apurais...)
No fue el caso. Escocia jugó mucho mejor y los Ingleses tuvieron mucha suerte. Disfrutamos como enanos del partido y del ambiente y eso ya mereció la pena.
Los bárbaros del Norte saben que se las ven con gente educada y disciplinada en estos acontecimientos, porque de no ser así, peor organización no he visto a la hora de salir. Calles bloqueadas por la mitad en medio de la salida de 60.000 personas no es lo que yo denomino estar preparados en caso de una emergencia (Y a éstos, como a los alemanes, no les pasan más cosas porque dios es justo y misericordioso, que si fuese por su aptitud...en el periódico todos los días)
La cena, en un restaurante de moda en Edimburgo, "El Outsider" es otra de las cosas que tenemos que agradecer a Ramón. Coincidimos con Juanito Arrazola que tambien había ido al partido (O sea, suponemos que Ramón no nos llevó al "Outsider" por casualidad.)
Lo del Servicio al norte de los Pirineos, sea donde sea ese Norte, ya me habeis leido varias veces, deja bastante que desear. No me extenderé, pero ver como tratan el vino en según qué sitios de los que te cobran 40 napos por una botella, es para flagelar a más de un camarero y sus responsables.
¿Qué es eso de estar en Escocia y no meterte unos buenos whiskies?
Un Lagavulin de 16 años, pura turba, delicioso, Un Glenmorangie, siempre clásico, espectacular y, la sorpresa de la noche, un Yamazaki de 18 años, primer whisky japonés galardonado en la prestigiosa IWSC (International Wine and Spirits Competition)
Despues de esto, la vuelta a nuestros cuartos victorianos era lo más aconsejable, que al día siguiente queríamos visitar S. Andrews.
Por cierto, ando hasta las narices del spam, con lo que a los esforzados que me comentan, les voy a molestar un poco más y vais a tener que rellenar la palabrita de rigor.
Para los hijoputas, principalmente rusos y chinos, que me brean con sus mensajes, debo de ser un bocado apetecible, gracias a las más de 60 visitas que recibo por día...¡¡¡¡60!!!!
Si así voy yo, no quiero imaginarme a los profesionales de esto, con dos o tres mil...