Hay veces que quieres escribir de al

go y no es una mera vivencia. Es un recuerdo que permanecerá a lo largo de los años. Esto que hoy escribo, sé que forma parte de esta categoría.
Porque es tal la emoción contenida que sé que no voy a lograr transmitir todo lo que he vivido este pasado fin de semana.
El Cisneros se jugaba todo en el Partido de Vuelta de la Promoción a División de Honor de Rugby, en Hernani. En Madrid habíamos ganado de 7 puntos. Quedaba la vuelta en Landare Tok

i.
El Colegio es un Club de Rugby tremendamente peculiar. Tradicionalmente se ha nutrido en su mayor parte de estudiantes que iban a vivir allí mientras estudiaban en la Universidad. Su número, nunca más de 140, en tiempos permitía vivir en la élite del Rugby Nacional. No es ya el caso.
Sin embargo, algo que todavía mantiene el Colegio, es un amateurismo a ultranza, y una formación en los valores clásicos del Rugby. Saber ganar, saber perder, respeto al adversario y al árbitro, educación en la grad

a.
Aprovechando el partido de vuelta, habíamos organizado unos partidos desde Sub 6 hasta Sub 18 en el Pais Vasco. A partir de Sub 14 contra el Bera-Bera en Anoeta. Hasta Sub 12 en Ordizia. Y un mogollón de papás, aficionados, estudiantes, en 5 autobuses y un montón de coches particulares.
Dejamos a JA en su bus con sus amigo

s y tomamos la N-I en coche. Destino, Zarautz.
Llegamos a eso de las 2 a nuestro hotel. Era hora de tomar unos pintxos y dimos buena cuenta del primer premio del Concurso de Pintxos del pueblo. (Calamar, Chipirón, berenjena rebozada, tomate, jamón...me dejo algo....delicioso). Cayeron muchos más pintxos de los que recuerdo.
Había llamado durante la semana al Club de Rugby de Zarautz. Gales se jugaba el Grand Slam contra Francia, y un galés de corazón no se lo podía perder. El Pub Mareagora, en la Playa, fue el escenario donde, a fuerza de Gintonic

s, comencé el fin de semana disfrutando con la victoria galesa sobre Francia.
Una persona de rugby, nunca se encontrará sola allá donde vaya. No es el caso de que si uno es del Madrid y el de enfrente del Barça, lo más fino que se digan sea cabeza de cochino.
Entre los parroquianos viendo rugby, una vez que despues de tres jugadas ya todos hemos puesto sonido a nuestros colores, el primo de un Cisneriano, con el que disfrutaré de la Victoria Galesa aunque a él le tirase más Francia.
El fin de semana comenzaba no bien...muy bi

en.
El día lo completamos cenando en el Restaurante de Karlos Argiñano. Con un precio tremendamente razonable, nos metimos dos platos, postre y cafe (Foie, un cogote de merluza en su punto y una copa, llamada Eva, de diferentes sabores en estratos, que estaba de sacar a la tal Eva, que debe de ser la hermana del tal Karlos, en procesión por las calles del pueblo).
A la hora de pagar, mientras la camarera nos entrega la factura en una bandeja de alpaca me dice que si quiero me puedo llevar la factura d

e recuerdo....
"¿Me puedo llevar la bandeja tambien?" pregunto mientras mi hija se tapa la cara no queriendo ver a su padre en otra ocurrencia...
"Fuera tenemos detector de metales" me contesta la camarera...
"¿Ha visto?, Se averguenza de su padre" le digo mientras señalo a María...
"Eso tambien me pasa a mí" Me responde la camarera, ocurren

te...
"¿Qué pasa? ¿Usted tambien se averguenza de mí?", pregunto mientras hago blanco y la camarera no sabe qué hacer para salir del jardín en el que ella solita se ha metido...
Y llega el gran día. Habíamos de ir a Ordizia a ver jugar a los niños. Ordizia se encuentra en el km 422 de la N-I.
El comercial de cesped artificial que atiende el Ayuntamiento de Ordizia, o es una máquina y lo quiero en mi equipo...o es prim

o del alcalde. Porque vender dos campos de hierba artificial en Ordizia no está al alcance de cualquiera. Allá donde mires solo ves cesped. Como un vendedor de hielo en la Antártida...para entendernos.
El bus de los pekes llegó solo una hora tarde...se había perdido...¡en la N-I! Lo de algunos conductores de bus hoy en día, confiando en los GPS y sin mirar minimamente una ruta en un mapa, tiene delito. Esto nos trastocó los planes.
Hernani está a unos 40 kms. El partido comenzaba a las 12 del mediodía. Debíamos sali

r a las 11 si queríamos llegar bien. Se aventuraba ambientazo, y queríamos pillar sitio.
Yo he jugado en Hernani, que recuerde ( y la foto del periódico me ayuda a recordar), una vez. Empatamos a tres. Sería el año 86, el segundo partido de los pocos que jugué en División de Honor en mi vida. Recordaba el Campo como una campa, que era rodeada por un río (Y por ello solo había una grada).
En Hernani el rugby se respira. Hay pocos sitios en España donde un pueblo se vuelque como allí con su equipo.
Y efectivamente, al llegar, ya nos dimo

s cuenta que era día grande. El gentío abarrotaba la grada, una portátil que habían instalado en un fondo, y todo el perímetro del campo excepto la parte del río. Casi 3500 personas, que hablando de rugby, ya está bien.
La grada portatil era donde la hinchada azul y azul se había situado. Casi 500 personas desplazadas desde Madrid. Una por cada kilómetro que nos separaba. Un ambientazo espectacular. Nervios, pero respeto y educación.
Y comenzó el partido. Eramos menos pero desd

e el principio quedó claro que no nos iban a callar. El Colegio se debía sentir lo más animado que pudiésemos.
Y, sin embargo, en cada golpe de castigo, en cada interrupción, se respiraba educación deportiva. Ni un silbido cuando el equipo rival tiraba a palos. El silencio, en esos instantes, se cortaba.
En Landare Toki se encontraban desde antiguos jugadores del Colegio, de más de 70 años, hasta niños de la escuelita de 6. Todos animando al equip

o de nuestros amores. Fue el día donde se visualizó lo que es el cariño a unos colores.
Ellos y nosotros nos jugábamos todo. Y sigo maravillándome por el ejemplo de civismo que ambas aficiones dimos, jugándonos lo que nos jugábamos. Ni imaginarme quiero este partido en otros campos, y no me hagais decir nombres....(Será porque, al ver Rugby, meo colonia y no veo partidos de futbol de regional)
Sufrimos. Sufrimos mucho y, al final, perdimos de 6. Un punto que valía un asc

enso.
Los Hernaniarras, público y jugadores, exquisitos hasta el final, nos felicitaron. Y nosotros estallamos de júbilo y alegría.
Durante mis años en el Colegio siempre estuvimos en División de Honor. Por eso sé la falta que nos hacía retornar a nuestro sitio natural. Aunque esta liga ya tenga jugadores pseudo profesionales y sepa el handicap con el que nos encontraremos el año que viene.
Había una comida organizada para los pap

is en una sidreria en Astigarraga. Y allí mojamos los nervios y dimos rienda suelta a la adrenalina contenida.
Mientras, el Hernani, agasajaba a nuestro equipo y los aficionados que quisieron en el tercer tiempo. Comida para 400 personas, que ellos creían de celebración.
Hernani tiene una última oportunidad de subir, al jugar otra promoción (Este año la liga aumenta el número de equipos), aunque no será fácil.
Sin embargo, a mí me encantaría volver

a jugar el año que viene en Landare Toki, premiando así a un club y una afición señores.
Ha sido un fin de semana maravilloso. Ahora a comenzar a trabajar para el año que viene, que no será fácil.
¡Y dos piedras!