jueves, 31 de julio de 2008

EL TRANZALPINE Y LA EXCURSION POR LOS GLACIARES

El martes por la mañana, comenzamos nuestro peregrinar por las antípodas. Despues de hacer las maletas, a las 7 de la mañana nos estábamos yendo, otra vez, a le estación de Tren de Christchurch con el fín de ir, desde la Costa Este, a la Costa Oeste de la Isla Sur. Unos 400 kms atravesando los Alpes del Sur. Una cadena montañosa con decenas de picos de más de 3.000 mts.
 
El tren que realiza este recorrido es el TranzAlpine. Uno de los trenes panorámicos más preciosos, con uno de los recorridos más impresionantes que se puede hacer en el mundo. Los paisajes eran absolutamente maravillosos.
 
Nos llevamos una sorpresa, porque no solo el maquinista del tren era el mismo que el del día anterior, por cierto, con una voz idéntica al corresponsal de TVE en Londres, Peris, creo que se llama, sino que la encargada del bar tambien era la misma e incluso el revisor. Un negocio familiar parecía.
 
Un francés que venía con nosotros, al verme con txapela me preguntó que si era francés. ¿A que no habeis visto txapela portada con más gracia...en Nueva Zelanda? Por cierto, Carmen ha soportado estoicamente mi txapela todo el viaje, que uno va teniendo el colodrillo pelado y hacía fresquete.
Cruzamos los Alpes por el famoso Arthur's Pass. Además me hice una foto en un pueblo llamado Springfield, para poder decirle a mi hijo pequeño que habíamos visto a Burt Simpson.
 
El maquinista seguía describiendo el paisaje ante las preguntas mutuas entre Carmen y yo "¿Qué ha dicho?"
 
A las cinco horas llegamos a Greymouth, ya en la Costa Oeste donde teníamos que tomar un Autobús que nos iba a dejar en el Franz Josef Glacier. Nos quedamos alucinados con el bus tambien porque, el conductor se puso un micro inalámbrico y nos siguió contando anécdotas de los sitios por donde pasabamos y consejos prácticos. Dado que, según él, al sitio donde íbamos era bastante caro, nos paró en otro pueblo para que hiciésemos compras en un supermercado.
 
Al cabo de otras 3 horas de viaje llegamos a Franz Josef. Este es un asentamiento totalmente artificial, donde solo hay albergues y moteles y empresas de aventura o de helicópteros para sobrevolar los glaciares. El conductor del Bus de línea, en vez de dejarnos en la parada, nos iba dejando en la puerta de los hoteles, o sea, como aquí. Nos hemos dado cuenta de que en Nueva Zelanda, todo está pensado para los que viajan con poco dinero. Los buses te ayudan no teniendo que tomar taxis si no quieres, etc.
 
Habíamos reservado un Motel con Jacuzzi en la habitación y, la verdad, fue una sensación super relajante.
 
El FJ y su gemelo, el Fox Glacier, son dos glaciares de más de 12 kms de longitud cada uno que se encuentran a nivel del mar. No hay otro sitio en el mundo, si descartamos uno en la Patagonia, que pueda presumir de esto. Y a una latitud como la del Pais Vasco, ni soñarlo. La verdad es que el paisaje era sobrecogedor. Nos habíamos apuntado desde España a una escalada por el Glaciar. Nada serio aunque, al día siguiente, cuando aparecimos y tuvimos que firmar el papel de que nos encontrábamos sanos, a Carmen le comenzaron a entrar los siete males porque no se imaginaba que podía hacerlo. ¡Mujer de poca fe!
Bueno, en realidad, excepto un par de actividades, todo lo llevábamos contratado desde España por internet.
 
La escalada por el glaciar fue una de las experiencias más bonitas que he vivido. Además de encontrarnos inmersos en una naturaleza desbordante, el azul del hielo heria la vista.
Con los crampones no había peligro ninguno y con saber andar era suficiente. No necesitabas ser Juanito Oiarzabal. Sin embargo, le echan un poco de misterio, y parece que es más difícil de lo que realmente es. Despues de 3 horas de caminata, al volver, nos dijeron hasta donde habíamos llegado, que creíamos que iba a ser una distancia impresionante y, la verdad, daba risa porque practicamente no habíamos traspasado la boca de la morrena.
Por la tarde, nos fuimos a dar un paseo por un bosque de helechos que era como una película. Carmen nunca se imaginó que podía andar tanto en un día, pero lo hizo, y lo hizo bien. Otro bañito y, a las 8 ya estábamos en camita, no sabemos si del cansancio o del cambio horario. Nos teníamos que levantar pronto que teníamos, al día siguiente, 8 horitas de bus hasta Queenstown.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nos estás dosificando la información pero está bien. Un empacho no sería conveniente, pero ¿una al día?. Andaaa no nos tengas en ascuas.

Lo de la txapela genial, si hasta te siente bien!!!. Por cierto cantaste lo de "Que no somos de aquí, que somos de BIlbao por eso llevamos txapela a medio 'lao'...." Ahhh nooo, que tú eres patatero!!!

Un beso

Kikas dijo...

Hay que joderse....hasta aquí se infiltran los villanos para hablar de los de la Capital (Villano de Villa....Capital de Euskadi...que no sé si se me entiende)
Y yo, que tengo un amigo trabajando en El Mundo, siempre me dijo que a un Gobierno no se le tumba de un empacho,sino de una conveniente cagalera continua que hace que te debilites....
23, que sí, que parece que los ingresos publicitarios empiezan a incrementarse

Mela dijo...

400 kilómetros atravesando los Alpes, la escalada por el glaciar, un paseo por un bosque de helechos... a esto se le puede llamar un día muy completo
Me ha encantado la frase "El azul del hielo hería la vista"
Tengo una duda... ¿viste o no viste a Burt Simpson? ;-)
Aunque haya puesto una sonrisa... no estoy de buen humor