martes, 3 de junio de 2008

¿TRES HORAS ANTES EN EL AEROPUERTO? ¡ANDA, NO JODAS!

Me encuentro sobrevolando algún punto del Caribe. Acabo de partir de Caracas y voy rumbo a La Habana, vía Panamá. He dormido poco. Ayer invité a cenar a mis clientes-amigos, Felipe y Pedro. Jorge tenía que seguir fichando…Lo de los Cubanos y las novias que se echan, joder, así están todos, como el espíritu de la golosina, que da gusto verles sin un kilo de mas…¿La receta? Baile, y más baile, vertical…y horizontal

Pues eso, era el cumpleaños de Felipe. Fuimos buenos chicos, pero cayeron un par de rones ….o trece, que no me acuerdo. Era lunes y no había mucha gente. Estuvimos en el Salero, nuestro local de cabecera. No había mucha gente. Un par de parejas bailando pero….me podría haber tirado toda la noche viéndoles dar vueltas. Y es que estar aquí y disfrutar con estas cosas es todo uno. Y claro, Pedro y Felipe intentando explicarme por qué ellos bailan al revés… ¿Lo ves? nosotros nunca soltamos la mano izquierda como ese. Joder y yo, mareado de tanta vuelta que no sé donde está la mía, como para saber cual es la del pollo de la pista

El avión salía a las 7 de la mañana. Los Aeropuertos en Latinoamérica están tremendamente desorganizados y el que estés 3 horas antes de la partida en el Aeropuerto, como en España hace 30 años, es una absoluta necesidad. A los que un Aeropuerto es nuestra segunda casa, que vamos con el piloto automático, que lo pasamos horrible en Julio y en Agosto cuando los Aeropuertos se llenan de “domingueros” y por el Arco de detección de metales pasa la señora con el móvil, luego con el bolso, deja el bolso y el móvil y le suena el marcapasos…pues eso. Que son los únicos momentos en los que podemos perder aviones.

Acostumbrados a ir con el tiempo cronometrado, nos toca Maruja en la cola de facturación que empieza a gritar que por qué te cuelas (Cuando facturas en business, no porque vueles en preferente, sino porque vuelas tanto que te faltan metales preciosos para la tarjeta de viajero frecuente), y alguien le dice que es que ella factura en turista y te sigue mirando no muy convencida, porque en el Carrefour es la misma cola para todos, tengas VISA Oro, o de cartón.

Y la prima de Maruja, o Manolo, que me da lo mismo, y que pretende pasar con un cinturón que parece la armadura del Cid, de la cantidad de remaches que lleva por el arco de detección de metales, y tú, cagándote en todo, que ya te has quitado el reloj, el cinturón, has sacado el portátil de la bolsa, metiste el móvil en ella, y el pavo que es la cuarta vez que pasa y sigue pitando el puto arco….

Pues eso, que hoy he llegado a las 4,30 de la mañana al aeropuerto (Con mala cara pero eso sí, limpito que parecía un San Luis. Que no me duchaba con agua fria desde que era nuevo en el Colegio Mayor) Parece que esta mañana, en el Hilton, les ha dado por ahorrar caldera y o me duchaba así o no llegaba. Una cola de tres pares de pelotas, y en esto me ve el buscavidas del Aeropuerto, que voy con vaqueros y polo de lo más normal, pero debemos de tener un neón en la frente que dice “guiri”. (Será porque no me ve tetas postizas y en este país eso debe de ser extraño)

Amigo, ¿en qué vuela?.

En turista, (Por supuesto, he pensado para mi, ¡No te jode! Las únicas veces que vuelo en business es cuando se confunden en la agencia y me cobran al mismo precio que en turista, que me ha pasado varias veces, por cierto).

Alguien me dijo, una vez que volaba a Singapur, que si iba de vacaciones, y le contesté que ir a Singapur en turista, siempre es trabajo. Vacaciones debe de ser otra cosa.

¡Buff, que cola! ¡Acompáñeme! Me lleva a la cola de primera, me facturan me dan la tarjeta de embarque (No me lo puedo creer, me han dado primera con mi billete de “Chusmy class”) Me lleva a por el formulario de inmigración, luego me paga las tasas de salida y,. con una desfachatez rayana en la caradura, me pide 200 €. Lo arreglamos en 30 (Que solo el upgrade a business debe de ser 300 napos) y me corto de pedirle recibo para la empresa.

Dará 5 € a la chica de la cola, otros 5 a la del mostrador de facturación, y 20 para él, y ya ha hecho el día, con un panoli como yo.

Sabía que me iba a timar, pero era tal la cola que me he dicho ¡Qué cojones! Porque perder el avión y no llegar a La Habana hasta mañana si que iba a ser un problema.

Solo me queda la cola de detección de metales, que en algún aeropuerto lo único que me falta es quitarme los empastes de la boca. Un día me voy a quedar en pelotas y me van a detener por escándalo público.

Y, por último, pasaportes. Los agentes de inmigración venezolanos son los tipos más simpáticos que conozco. Siempre con una broma, una buena palabra, un saludo en la boca. Hay que reconocer que yo les doy pie pero…vamos, como los de la migra estadounidense.

Español, ¿Es del Real Madrid?

Ande, selleme el pasaporte y no me joda. Menudo susto a estas horas de la mañana

Tranquilo amigo, buen vino en España…

Sí, tengo un par de botellas en la maleta

¿Y por qué no me trajo?

Porque no me dijo usted que hoy le tocaba turno….

Y así nos podemos tirar 5 minutos mientras la cola se va agrandando

Pues eso, voy camino de La Habana….solo hay una cosa que siento…esta noche.. después de terminar la reunión me llevarán a La Casa de la Música, seguro. No hay cosa que me guste más que ir a un sitio cubano, de cubanos, con cubanos. ¡Y voy a tener un sueño de cagarme!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no viajo tanto como tú, pero los aeropuertos me parecen escenarios de la película Matrix. Son sitios feos, impersonales, llenos de gente apresurada y desagradable que mira nerviosa a pantallas enormes llenas de letras. Los camareros son bordes, el café es malo, la repostería es de ayer y los precios de mañana. Y yo con tanto ajetreo es que me pongo nervioso y siempre me creo que me han robado algo cuando en realidad lo he puesto en otro sitio. Y es que desde que entro en el aeropuerto me pongo a pensar en que como mi mujer es muy cabezota y no se quiere quitar el cinturón y las joyas para pasar por el arco, siempre acaban tocándole el culo. Y que tengo que pasar por un control de seguridad llevando dos bebés y una niña de cinco años, que eso es de número de circo. Y me da por desnudar a los bebés, porque sus trajecitos no tienen botones sino automáticos, y me pone malo que los cacheen. Me quito la mochila porta-bebés, me bebo los biberones, que no se pueden pasar tantos líquidos (esto lo hacen para que en lugar de llevarte el agua de tu casa a 15 céntimos el metro cúbico, tengas que comprarla dentro del aeropuerto a 4 euros el litro) y al guardia le importa tres cojones que le digas que es la leche de su madre. Y le doy el primer bebé al guardia jurado, porque tiene que pasar primero ella y luego yo. Y resulta que la pinza que sujeta el chupete tiene una chapita de aluminio. Y entonces, es cuando veo al guardia jurado de dos por dos, cacheando a mi bebé de cuatro meses y se me cae el alma a los pies. Y luego, me lo devuelve y lo recojo con una mano, mientras con la otra me sujeto los pantalones llevando bajo el brazo el jersey, el abrigo, la bolsa del laptop, el cinturón, los zapatos y el bolso de los biberones que me acabo de beber y empujo con el codo la bandeja negra donde está el laptop, el movil, el monedero y las llaves hasta el final de la banda de rodillos. Y entonces alguien me ordena que circule, que me de prisa que hay gente esperando. Miro hacia atrás y veo al ejecutivo que me mira pensando "dominguero!" y me dan ganas de cagarme en la puta madre que parió a Paneta. Pero tengo que componerme porque todavía tengo al otro lado del arco, al otro bebé en los brazos de mi mujer, llorando como si le mataran. Así que dejo al primer bebé en la bandeja negra vestido sólo con la ropa interior en la esperanza de que el guardia jurado que la cacheó impedirá que me la secuestren y me voy a buscar al otro. Y repetimos la operación, cacheo incluido. Y entonces, mientras intento poner orden en el caos, es cuando veo, como a cámara lenta, como le tocan el culo a mi mujer. De verdad, que es como una pesadilla repetida.

Tema Estados Unidos.

De las pocas veces que viajo, Estados Unidos ha tocado algunas veces. Y hay tres cosas que pasan siempre:

La primera es que, como has insinuado en tu mensaje, los funcionarios de Inmigración me miran como si fuera el primo de Bin Laden. Y mejor que tenga claro la respuesta a la pregunta ¨Bussiness or Pleasure?¨. A ver que coño le decía yo, con mi pobre inglés, a aquella afroamericana con cara de pocos amigos, la vez que fuimos a un seminario, la boda de un amigo y nuestra luna de miel al mismo tiempo (que yo cuando voy a Estados Unidos hago como los paletos cuando van a Madrid, aprovechar el viaje).

La otra es que si hago escala en Dulles (Washington, D.C.) la maleta se pierde. Esto ocurre con precisión matemática. Y entonces es cuando disfruto de mis progresos. La primera vez que tuve que rellenar un formulario de reclamación las pase putas. La última lo podría haberlo hecho con los ojos cerrados.

Y la tercera es el gusto que me da da el cuarto día de mi estancia en los Estados Unidos, después de haber pasado dos en el avión, cuando por fín, me puedes poner calzoncillos limpios. Eso, como dice el anuncio de Mastercard, no tiene precio.

Para que luego digan que no es bonito viajear.

Kikas dijo...

Rubio, cuando hablo de domingueros, no hablo de familias con niños, y biberones, sino de domingueros. Que una cosa es que te toque la familia de "Chencho" delante, y otra cosa a Maruja que se va a Torremolinos.
Y sabrás que, en Barajas, cuando se ponen en huelga de celo los vigilantes, lunes y miércoles de cada semana, suben la sensibilidad del arco, y te suenan hasta los pensamientos.
Y a mi, las maletas me las pierden en Heatrow, Londres, pero ya he aprendido a pedir idemnización, y, viajando a Londres, estoy renovando mi fondo de armario...

Mela dijo...

Bueno... si te pedía 200 euros y el asunto quedó en 30... no eres tan panoli
No creo que sea imprescindible quitarte un empaste ni tampoco que te detengan por escándalo público