jueves, 15 de octubre de 2009

ASI ES IMPOSIBLE O CRONICA DE UN GATILLAZO

Hay que reconocerlo. Hay veces que te sientes como un toro de lidia. Eufórico, exultante. Ves que las cosas comienzan a ir bien, y ese optimismo se traslada a todas tus actividades fisiológicas.

Así me encontraba yo la semana pasada. Como diría un castizo, "no me cabía na"

Nos fuimos de viaje. Durante la conducción ya me iba relamiendo. Los últimos libros acerca del amor en la madurez que he leido en mi abundante tiempo libre de los últimos meses, plenos de ejemplos y fotografías iban a ser un pasatiempo de adolescentes. (De los adolescentes de mi tiempo, se entiende)

Una casa rural, hotelito con encanto se denominaba. Ducha con hidromasaje. Pleno de entrenamiento físico para aguantar asalto y medio por lo menos, cosa que a mi edad es altamente reseñable.

Llegamos al pueblo. Recio, sobrio, encanto el justo. Daba lo mismo. Ella me iba a hacer la ola. Lo sabía. Como en mis mejores tiempos de rugby tenía la jugada visualizada. Ni un mísero margen posible dejaba para el error.

Y entramos en la casa. Directo al baño a observar la maravilla de ducha que iba a dejar el "Ultimo tango en París" como mero anuncio de mantequilla. (A los demasiado jóvenes que consulten la wikipedia. Hay explicaciones que los clásicos no damos)

Hombre, hé visto instalaciones más preparadas. Si dejaba la mampara abierta entrábamos los dos. Ya se secaría el agua del suelo.

Salgo del baño con sonrisa pícara y allí la veo. Con cara de haber roto algún plato, y recientemente además. Y me señala lo que a mí, en mi ansia por inspeccionar el terreno de juego (Residuos de mis tiempos de árbitro) se me había pasado por alto.

El primo seminarista de la dueña de la casa (Ya entrada en años) nos miraba con cara acusadora. ¡Qué miedo! A su lado un Cristo, primo lejano de Carlos Jesús, el pirado que Cárdenas entrevistaba en "Crónicas Marcianas" (¡Schuss, schuss!), rodeado de dos angelotes que nos observaban con expresión de pecado.

El resto de la habitación no dejaba lugar a dudas. A esa casa no se iba a follar. Se podría ir a cualquier cosa, pero a follar no.

Un crucifijo presidia la habitación donde dos camas turcas, convenientemente separadas, impedían el desbordamiento de la libido. Los muelles ruidosos.

En una hornacina la foto de boda de los padres de la dueña, al lado de más santos. Perdí la cuenta de la cantidad de gente que observaba nuestra intimidad.

Y ocurrió. Tantos días de abstinencia, tanto amor concentrado que se iba convirtiendo en calostro en contacto con esa manifestación de pureza y sensación de pecado, debió de producir una reacción química en mis neuronas. Ni con electroshock fue capaz mi compañero de aventuras de enderezarse.

Menos mal que ella me conoce y sabe lo que doy de sí (O sea poco). Mucho más abajo no podía caer.

Eso sí, fuera de la habitación, en esa fria ciudad castellana, parecía que se descojonaban. Todo asemejaba a una broma pesada que los lugareños nos habían gastado. En la primera mercería que cruzamos (Tampoco es que las mercerias sean como los bares, nos debimos de cruzar con un par de ellas), ¡menuda plantilla para hacer punto de cruz!

Me estoy imaginando a la dueña de la casa repasando el mocho de la entrepierna, con perdón, mientras reza el tercer misterio.

7 comentarios:

Angel Rubio dijo...

Pues bajo la atenta mirada del Sagrado Corazón y una reproducción de la Inmaculada de Murillo, hizo mi abuelo nueve hijos, dos de ellos en el transcurso de la Guerra civil, bajando desde el monte donde estaba escondido.

Que el caso es buscar excusas.

Jevy dijo...

Pero es que en aquel tiempo los hijos los mandaba dios, Ángel... O sea que una de dos, o dios ahora no quiere hijos, o le apoyamos menos desde abajo...
Kikás, no busques excusas: vete pronto a Italia y habla con Berlusconi, que con 72 años es el rey de las velinas, y encima, en la cama de Putin, con el poco morbo que debe dar hacérselo en la cama de semejante individuo.
Picarón...

Kikas dijo...

23, ya sabes que yo no hice la mili. Siempre fui de caracter débil, no recio como los habitantes de La Mancha. Un afeminado, diriamos antes.
De todos modos, entre una trinchera y un escapulario, seguro que me iba peor follar en una trinchera. Por lo menos no me llenaría de tierra

Kikas dijo...

Picaron ¿yo...o Berlusconi?
¿Y quien coño habla de tener hijos? Yo solo hablaba de follar

Jevy dijo...

Con la mujer de uno no se folla, se hace el amor, que parece mentira que te lo tenga que explicar. Otra cosa es con las mujeres de otros (yo no practico lo segundo, pues soy monógamo por convicción, y eso es algo genético). Pero bueno, ya te digo, al viejo le pones con las velinas en medio de una convención de franciscanos, y el peligro es que viole a más de un reverendo padre con los nervios.
Lo de ser inútil total no es excusa: yo también lo soy, y soy algo más útil a la hora de elegir "casas rurales"... ;-)

Kikas dijo...

Ya sé como me dices; Entre hijo e hijo, trinchera y trinchera, el abuelo de 23 no follaba, hacía el amor. ¡Qué bucólico!
¡Si es que los de Vitoria somos unos bestias!
¿Además, en qué oscuro lugar te he dicho que iba con la mia? (Ahora sí que me estoy metiendo en un lio de cojones). No leas eso, que va a ser mejor.
¿Y si las mujeres no son de otros y son de ellas mismas, facha retrogado capitalista posesivo?
Como ves, tus razonamientos tienen tantas costuras sueltas que no merece ni la pena hablar de inutilidades o de franciscanos

Mela dijo...

Kikas, he leído esta entrada y reconozco no saber qué decir
Bueno, puedo decir que las casas rurales siempre me han gustado