HOY HACE UN AÑO

Hoy hace un año que todos mis cimientos se derrumbaron. Alguien me dijo alguna vez que el hombre se amarra a la vida por virtud de tres o cuatro elementos básicos. Todos los míos se anudaban en uno, y ahí se fue, como fruto de un terremoto.

Nunca me pude imaginar tan vulnerable, y sin embargo lo era. Toda esa fortaleza que pensaba que atesoraba era en realidad una ilusión. Mi fortaleza era en tanto en cuanto disponía de ese ancla, pero sin ella me di cuenta de que nada era.

Tomé un avión. Al poco de aterrizar me lo dijeron. ¿Cómo? Era imposible, pero era cierto. No podía creerlo. Siempre lo comenté. Es como cuando vas paseando por la Gran Via y te cae encima de la cabeza un submarino nuclear. No es lógico. Te podría caer una maceta, ¡pero un submarino!

Y sin embargo pasó. Tres días antes, ni bajo tortura hubiese admitido que todo eso me pudiese ocurrir.

Me costó reaccionar. Pero nunca, si hubo una mínima posibilidad de éxito me di por vencido, y esta vez tampoco.

Lo primero analizar la situación. Ver las posibilidades y alternativas. Lo siento, soy Ingeniero y el pensamiento racional siempre me ayudó.

Y comenzar a levantar los cimientos de nuevo. Sin desfallecer.

Sin embargo tardé en darme cuenta de que los cimientos que estaba levantando no eran los que necesitaba. Estaba trabajando, sí, pero mi trabajo no era útil.

Y lo peor del caso es que solo estaba yo para darme cuenta. Nadie iba a decírmelo, y a los que me lo dijeron no les creí.

Sin embargo, la constancia se paga. Y la suerte es de quien la busca. Y es imposible que te toque el gordo si no compras lotería. Y yo fui constante, busqué la suerte, y compre mucha, mucha lotería.

Y me tocó.

Ha sido un año duro. Posiblemente el más duro de mi vida. Pero he salido a flote, y aquí estoy. Conociéndome mucho más que hace un año. Sabiendo mis fortalezas y debilidades casi al microscopio. Y conociendo mucho más la vida que me rodea. Es extraño, que a los cuarentaytantos todavía puedas aprender....y tanto.

Sé que mis límites no son fáciles de traspasar, y que la vida tiene en mí un contrincante duro, muy duro, aunque sea vencible.

Y no podría decir que me alegro de todo lo que ha pasado pero soy positivista y veo el lado bueno de las cosas. Y todo esto me ha ayudado a crecer y a ser mejor persona.

Pero no me gustaría repetirlo. Con una vez sobra.

Hace un año, más o menos, traje un ramo de rosas a casa. Esos puntos que me dan de vez en cuando. Esas rosas marchitaron. La abuela de Mariana, otro día os explicaré quien es Mariana, le había enseñado que las rosas marchitas replantadas vuelven a brotar. Las plantó. Yo soy de pueblo. En casa había una rosaleda que desde que salí de allí nunca he visto nada parecido. Mi madre era una experta en flores y nunca le oi nada igual. Hasta que no lo he visto creí que se estaba quedando conmigo.

Estas son las rosas que han rebrotado a partir del tallo marchito, un año despues. Como mi vida.