jueves, 25 de junio de 2009

¿NOVATADAS? SI NO EXISTEN

Y todos os creeis que voy a hablar del Cisneros. Pues os equivocais, porque en el Cisneros hace un huevo de años que las novatadas están prohibidas. Es más, yo creo que ya lo estaban en mis años. Por eso, siguiendo el ejemplo de nuestros políticos, que cuando algo no les gusta se buscan las trampas para hacerlo llamándolo de otra manera, en el Cisneros yo nunca viví Novatadas, sino "actos colectivos de integración festiva".

Y por eso, nuestro común amigo el Senador, pudo sin empacho declarar sin ningún rubor a todo medio de comunicación que le quiso escuchar, cuando le quisieron meter mano en el cargo público que ostentase en aquel momento por las mismas, que "él nunca había practicado las novatadas y que ni tan siquiera había tenido conocimiento de ellas porque, sabiéndolas contrarias a los derechos humanos, las hubiera denunciado en ese mismo momento". Yo, simple de mí, en aquel momento no entendí. ¡Coño, pero si era compañero habitual mío! Joder, si así se ponía al hablar de las Novatadas, ni pensar quería cuando se tratase de temas de urbanismo. Hasta que caí en que él nunca practicó las Novatadas sino los "Actos colectivos de Integración Festiva". ¡Claro! Eso lo explicaba todo ¡Qué listos son los políticos! pensé, y aun lo sigo pensando. Listos, listos.

O sea, que nada del Cisneros. Pero como servidor tiene una vida estudiantil dilatada, he de confesar que, aparte de oficialmente declarado "persona non grata del Nebrija" (Y así expuesto en el tablón de anuncios del antro de al lado), título que ostento con todo el orgullo que imaginarse pueda, he residido en más Centros estudiantiles, como el San Agustín, del que me fueron un año antes de recalar en el Colegio más antiguo de Madrid, heredero directo de la Residencia de Estudiantes, que no sé si queda claro.

Y en el San Agustín sí que se hacían novatadas, y alguna graciosa.

En el San Agustín coincidí con mis amigos Navarros, Pello y Perdi, amén de Antonio, un Gallego coruñés que fue el que me inició en los lugares de mala nota, un caminero de Salamanca, madridista acérrimo que se tuvo que tragar su bilis cuando el At. Bilbao ganó aquel año la liga (Y mira que poco me gustaba el futbol) y alguno más.

Recuerdo con cierta coña cuando nos metieron a 14 en una cabina de teléfonos, entonces que había cabinas, y nos llamaron y nos tuvimos que poner todos. Nunca pensé que tal proeza pudiera realizarse, pero lo hicimos. Un poco de flexibilidad, y un mucho de meter tripa, supongo.

De todos modos, Pello y yo dábamos sopas con onda a más de un viejo.

Fue muy comentado cuando metimos 200 pollos de colores que compramos en Cuatro Caminos. Los tuvimos en la Habitación de Perdi toda la tarde, calentados por unos flexos. Por la noche, cuando el guardian llegaba para cumplir con su ajetreada jornada laboral roncando como un descosido, repartimos equitativamente los 200 pollos entre los cuatro pisos.

Todavía recuerdo aquella cara somnolienta, frotándose los ojos ante el evento que parecía que no tenía explicación. Y su exclamación con ese acento gallego que tan gracioso nos parecía;

¡Coño, si son pollos! ¡Y encima verdes!

Y aquella noche trabajó más que en el resto del curso recogiéndolos de todos los rincones. Y los frailes que los querían abandonar, y nosotros organizando una manifestación porque no era cristiano abandonar a su suerte a las criaturas de Dios. ¡Qué tiempos!

O ese Mayo caluroso, de sequía, que parecía que nunca iban a abrir la piscina. Pello y yo, supongo que el delito ya habrá prescrito, reventamos el candado del cuarto de la depuradora y vaciamos la piscina por la noche. En aquellos tiempos, aquello de reciclar el agua de las piscinas como actualmente no estaba en boga.

Los curas decidieron que no nos iban a dar el gusto, y que para capullos ellos. Y comenzaron a llenar la piscina sin limpiar.

¡Menudo atentado ecológico!¡Con esa sequía! ¡Qué agua más malgastada!

A organizar otra manifa para protestar. De poco nos sirvió, con lo que, por lo menos, decidimos que un poco de folklore no estaba mal. Y allí vamos otra vez Pello y yo, a comprar un cubo de 5 kilos de Colón al Supermercado de Galaxia. Y nos levantamos prontito, todavía de noche, y lo vaciamos en el chorro. Y esa piscina que parecía preparada para darse un baño de espuma que daba gloria verla.

Por supuesto, en Junio, a Pello y a mí nos sorprendió muchísimo la no renovación de nuestra plaza. Y es que como me dice mi hija ahora, seguro que los frailes me tenían manía.

6 comentarios:

Kikas dijo...

23, que vamos por 58, ya que un despistado Estonio ha caido. Supongo que durante estos días que no he prestado demasiada atención al blog, tú me habrías avisado si hubiese alguno más ;-)o sea;

América 22: Canadá, Estados Unidos, México, Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica, Cuba, Panamá, República Dominicana, Puerto Rico, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile y Argentina.

Europa 21: Noruega, Reino Unido, Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Alemania, Irlanda, Grecia, Polonia, Austria, República Checa, Francia, Italia, Eslovenia, España, Andorra, Estonia, Portugal, Suiza,Rumanía y Hungría.

En África 3: Nigeria, Tanzania y Marruecos.

En Ásia 10: Bangladesh, Uzbekistan, Israel, Vietnam, Turquía, Japón, Tailandia, Omán, India y China

En Oceanía 2: Australia y Nueva Zelanda

El 23 dijo...

Pues es verdad, en el Cisneros habían "actos colectivos de integración festiva" y esta frase, trampa que saltaba la ley, la escribió el entonces Vicerrector de Extensión Universitaria en el edicto que prohibía las novatadas. Entonces nos reíamos mucho de la ocurrencia, por lo molesto que resultaba para los nuevos, tener que "integrarles" por lo menos de dos en dos, para que la "integración" fuese colectiva.

Y todos los días eran una fiesta de integración, eso que está ahora tan de moda. ¡Ay, si hicieran tantos esfuerzos en la integración de los emigrantes como se hacía en el Cisneros para la integración de los nuevos!. Tendríamos menos "pollos" con los colores.

Porque hay quien piensa que lo que hay que hacer con los nuevos (aquí dicho en el más amplio sentido posible) es dejarles en paz. La consecuencia suele ser que el recién llegado no se integra y se hace un inútil (cuando no un peligro) para la sociedad a la que llega.

Yo creo que deberían haber "actos colectivos de integración festiva" también a nivel de las empresas, de los municipios y de las naciones. De hecho, dichos "actos colectivos de integración festiva":
1. Dan la bienvenida al recien llegado.
2. Demuestran que el recién llegado es importante, es estimado y es aceptado. Pero también que se da importancia al modelo socio-cultural que lo recibe.
3. Informan al recién llegado sobre las normas y los valores del colectivo que lo acoge.
4. Someten al recién llegado a un test para ver cuán grande es su deseo de aceptar las normas y los valores de la sociedad que lo acoge.

Así en el Cisneros, los recién llegados son gallegos, castellanos, catalanes, vascos, andaluces, canarios y de vez en cuando, algún procedente de lejanas tierras. Al cabo de dos años, son todos Cisnerianos sin por ello dejar de ser lo que eran en su origen, aportando al Cisneros ese variado sabor que lo convierte en la "quintaesencia de las cosas que son por sí, sin por ello dejar de serlo" que decía "El Rapaz".

En mi pueblo de acogida, desde el que os escribo, los funcionarios del ayuntamiento te hablan exclusivamente en holandés, los muy cabrones, a pesar de que hablan perfectamente francés e inglés. Y ahí estás, sin saber lo que dicen, teniendo que realizar un trámite obligatorio (la inscripición en el ayuntamiento en que resides) en un idioma que no conoces.

Primero me cagué en sus muertos en perfecto castellano y luego pensé en "despabílate, puto nuevo" que me decían en el Cisneros cuando me mandaban a buscar una película a algún sitio del centro de Madrid, ciudad que no había pisado en mi vida o me tenía que aprender en pocos días un listado (que tenías que elaborar tú mismo) de 146 personas, con sus nombres y apellidos, la habitación en que residían, la carrera que estudiaban y, de algunos, hasta el nombre de su novia, contando con que con suerte, cada persona te decía su datos una sóla vez. Aquello sí que era trabajar en equipo, con los nuevos intercambiando los datos disponibles.

Cada año, el ayuntamiento organiza un acto sencillo, donde se sirve una copita (y poco más, que es un ayuntamiento austero, como debe ser) para agasajar a los nuevos residentes en el pueblo. Como condición para asistir a dicho acto, hay que realizar durante cuatro meses un curso de tres horas semanales (48 horas en total, que no hay que hacer un Máster) en el que se aprende el idioma y las costumbres de la región. La asistencia al acto festivo, en el que se entrega un diploma (equivalente a la beca del Cisneros) sólo es posible previa realización (y aprobación) del curso. Durante el mismo, te ponen los profesores en situaciones difíciles, para alguien que no conoce el idioma, como ir a pedir un café a la cantina, un libro a la biblioteca o rellenar un documento redactado exclusivamente en holandés.
Y entonces, el alcalde, en representación del municipio, te recibe en acto solemne, con los brazos abiertos. Todo, después del esfuerzo, después... de las novatadas.

Kikas dijo...

23, veo que los efectos de la globalización hacen mella en tu municipio, que no me atrevo a escribir. Sin embargo, tambien observo que has dado con el espíritu de las novatadas. Pero cuidado, este comentario te impedirá presentarte a un cargo público porque defenderlas no es politicamente correcto.
Porque lo que sí recuerdo es que, para que alguien te pudiese hacer una novatada en el San Agustín, solo necesitaba pasarse sin salir, un año en su habitación. Con eso ya era viejo.
En el Cisneros era diferente. El primer año las sufrías. El segundo año, el de mueble, como en el mus, mirabas y dabas tabaco y, cuando se comenzaba un "acto colectivo...." te mandaban a la cama.
Y si, en sesión plenaria, a final del segundo año, el colectivo de viejos entendía que estabas preparado, entonces pasabas a la categoria de viejo, y si no, a probar suerte a finales del año siguiente.
Un procedimiento meditado que no eliminaba los abusos, pero los hacía más complicados.
En fin, todos nosotros somos hijos del sistema, y no nos ha ido demasiado mal.

El 23 dijo...

Pues sí, que creo que las novatadas son necesarias y son un elemento fundamental del derecho de los colectivos en los que se practican. Las novatadas al igual que otros ritos de iniciación son un clarísimo ejemplo de la eterna lucha entre el derecho colectivo y el individual. Y así, no son más o menos contrarias a los derechos individuales, por poner un ejemplo políticamente incorrecto, que lo son las normas de legislación linguística de Flandes (léase Cataluña, País Vasco, España), por más que les fastidie a los residentes en Flandes que no hablan el idioma "de los nuestros". Quienes defienden derechos colectivos no pueden ser contrarios a las novatadas, porque las novatadas no son otra cosa que instrumentos que defienden un derecho colectivo frente a un derecho individual lo que no equivale directamente a una violación de los derechos humanos individuales, lo mismo que una torta a tiempo no equivale a maltrato.

La corrección política es otro ejemplo de esta batalla entre lo colectivo y lo particular. La contención frente a espontaneidad, la educación frente a la sinceridad. Lo políticamente correcto frente a la libertad de expresión.

De hecho, la incorrección política es lo que distingue a las democracias de las dictaduras. El ser políticamente incorrecto, por lo tanto, no es otra cosa que ejercer un derecho individual (el de la libertad de expresión) frente a un derecho colectivo (el de proteger lo que se considera colectivamente valioso). Por eso nunca puede ser delito decir lo que piensas, por mucho que le fastidie a otros. Así que, Kikás, en el ejercicio de un cargo público, no sólo sería mi derecho defender postulados políticamente incorrectos, de hecho sería una parte de la "descripción del puesto", es decir, que sería mi obligación si ese postulado políticamente incorrecto es una parte de mi pensamiento.

Pero si al final, puede ser delito decir lo que piensas, aún te queda la libertad de pensar. Mientras exista ésta, todas las demás pueden ser regeneradas. De ahí la intrínseca maldad de un sistema político, legislativo y educativo que pretende homogeneizar el pensamiento ya sea en una dictadura o disfrazado de sistema democrático.

Aquí estoy otra vez, dándole la razón a Liberto, filósofo peripatético.

Kikas dijo...

23, me temo que esta es tu semana anual de filosofía de café y mira que lo siento, porque esperaba algo más lúdico de tu bien amueblada, y vacia de pelos cabeza.
Estando muy de acuerdo en lo que dices, no es menos cierto que las analogías de casos diferentes no son aplicables.
Es decir, no sé muy bien qué derechos colectivos se pueden esgrimir para que un idioma hablado por menos del 30% de la población sea el de "los nuestros", y el idioma hablado por el 100% sea el "de ellos".
No sé si me estoy metiendo en un jardín de tulipanes....lo digo por la analogía con Flandes....

Mela dijo...

Las novatadas pasan a llamarse "actos colectivos de integración festiva"... sí, suena diferente ;-)
Yo creo que los frailes no te tenían manía... tú y Pello, a ellos, sí ;-)
Kikas,,, me pregunto qué harías para ser declarado "persona non grata del Nebrija" ;-)