viernes, 23 de diciembre de 2011

EL HECHO DIFERENCIAL. REVISTA ENTROPIA (AEROPUERTOS Y CALORIAS)

Publico mi segunda colaboración dentro de mi sección, "Aeropuertos y Calorias" de la revista ENTROPIA. Espero que la disfruteis.

Gracias a los aproximadamente 150 días al año que paso fuera de mi casa, tengo la oportunidad de dormir anualmente en prácticamente 151 camas diferentes. (150 días, a hotel por día, y la de casa ;-) )

En la mitad del mundo presuntamente civilizado, los hoteles son una mera réplica uno de otro. Mis preferencias se centran en la cama. A un hotel no voy a montar guateques, sino generalmente a trabajar y a dormir. La cama ha de ser grande. A mi edad eso de dormir en una cama turca no me pone nada. Siempre de matrimonio, aunque en muchas habitaciones de hotel con doble cama, éstas parezcan plazas de toros. Por supuesto internet en la habitación. Mejor Wifi, pero tampoco me voy del hotel si me tengo que conectar a un cable.

Desde mi escaso conocimiento, la relación calidad-precio de los hoteles en España solo es superada por los hoteles en Malasia, concretamente en Kuala Lumpur. Un alojamiento en la planta ejecutiva del Hotel Ritz Carlton, con mayordomo a tu servicio las 24 horas del día (muy útil a la hora de planchar camisas), cumplimentación de las formalidades de entrada en la propia habitación, y superficie útil apta para un partido de tenis en cancha reglamentaria, se situaba en el entorno de los 65 € al cambio, hará tres años que fue la última vez que me dejé caer por ahí.

Si creeis que es casualidad, en el Concorde Hotel en Kuala Lumpur, un dignísimo cuatro estrellas con una habitación con superficie capaz de albergar un Gran premio de Fórmula I y todas las comodidades, el precio de la habitación con desayuno no subía de los 40 Euros. Guardo una factura del Marriott también, donde no llegué a pagar 60 Napos.

En según qué países, viniendo de una esquina del Imperio, es casi obligatorio alojarte en un hotel de lujo. En Jakarta, por ejemplo, y con la histeria del terrorismo que soportamos, enseguida queda patente que el que no es de allí…eres tú (cosa que no queda tan evidente en Moscú, por ejemplo). Dichos hoteles no es que sean mucho más seguros, pero la parafernalia a la que te ves sometido para entrar hace que te lo creas. Allí, el Grand Hyatt o el Mandarin Oriental te metían del orden de los 150 Euros de los de entonces.

Y es que, a mayor pobreza o mayor sensación subjetiva de inseguridad, es más necesario alojarte en un hotel de lujo. Los hoteles de Negocios en Nueva Delhi o Bombay cuestan la noche lo que un buen Ingeniero gana en un mes (yo, aunque Ingeniero también, no entro en esa clasificación por razones obvias).

Recuerdo con especial agrado el Hotel Commodore en Ciudad del Cabo. Enfrente del Puerto. Un establecimiento Victoriano con un servicio excelente. El despliegue de almohadas existente hacía que no te diese tiempo de pegar ojo si pretendías probarlas todas, para saber con cual de ellas se dormía mejor.

El aire acondicionado más frío del mundo se da en Singapur.En cualquier establecimiento o vehículo público al que accedas te quedarás pajarito si no llevas una bufanda a mano. Decadente pero insustituible el Raffles Hotel, con sus porteros sijs, que parecen armarios de tres cuerpos y su maravilloso piano bar donde degustar, como si se fuese un súbdito cualquiera de la Reina Victoria, un Singapore Sling, delicioso cocktail a base de Ginebra, brandy de cereza y otros jugos (los panchitos también son sublimes, ya que estamos en ambiente austero). Sin embargo, las habitaciones se quedaron en la época de Su Majestad…Victoriana

El Gran Hotel de Sentosa, familiar complejo vacacional en mitad de Singapur. O el club del piso 71 del Swissôtel con las vistas más impresionantes del Singapur iluminado también merece, por sí solo, el lujo de alojarte allí.

Sin embargo, en las proximidades, nada como las cabañas de la Isla de Bintan, enclave Indonesio a media hora en ferry donde olvidarte del mundo. Precisamente, a la vuelta de Bintan, experimenté uno de los goces más sublimes que recuerdo, cuando una española me estaba poniendo a escurrir delante de su marido creyendo que yo no entendía nada. Su cara, al despedirme en un correctísimo castellano, todavía me hace sonreir malévolamente de vez en cuando. ¿Quién dijo aquello de que la venganza se sirve fría…o helada?

En Nueva Zelanda, como corresponde a países de tradición mochilera, los hoteles, excepto en Auckland, son más normales. Memorable aquella habitación, sin lujos pero con Jacuzzi, en Franz Josef Glazier, cuando después de una caminata por el glaciar nos sumergimos en esas burbujas deliciosas.

Hoteles absolutamente impersonales en China donde, si se sale de los lugares que todo el mundo conoce, solo hay hoteles chinos…hablando unicamente chino…

Incluso en Pekín, cuando comencé a visitar este país a finales del siglo pasado, un hotel internacional costaba del orden al equivalente de los 300 € por noche, mientras un excelente hotel chino, para chinos (o sea, todas las habitaciones comenzando por el número 8 para ahuyentar la mala suerte…que hay que fijarse en el segundo dígito para saber qué botón hay que pulsar en el ascensor), no llegaba a los 30. Demasiada diferencia por no sufrir la incomodidad de equivocarte de piso al llegar a tu habitación.

Los hoteles en Estados Unidos, excepción hecha de Las Vegas por motivos evidentes, son fotocopias unos de otros, habitaciones incluidas. Eso sí, cuando llegas a esa meca del papanatismo, no puedes por menos de sorprenderte ante ese despliegue de medios sin fin en mitad del desierto, hablando de sostenibilidades. Paris, Venecia, una Pirámide, Nueva York, un gigantesco circo, una batalla naval entre piratas, todo tiene cabida en esta ciudad espectáculo a la que hay que ir una vez en la vida, para no volver jamás.

Hoteles caros, en Rio de Janeiro, Sao Paulo o Brasilia. Da lo mismo lo que busques. Empezamos por 150 €.

En Colombia, no se te ocurra intentar llevar la maleta. Los mozos pensarán que no tienes categoría para alojarte allí. Alguien que lleva el equipaje por sí mismo no es digno de alojarse en un hotel fetén. En uno de ellos tomé uno de los mejores desayunos de mi vida, con un caldo de carne y un recalentado (guiso de sobras del día anterior), auténticamente delicioso. El Windsor House de Bogotá, paradigma de la buena educación en el servicio.

Y llegamos a algunos de mis favoritos. El Nacional de La Habana. Donde el tiempo se paró hace 50 años, pero cuyos cantineros siguen preparando el mejor mojito. O el San Agustín Colonial de Lima, enclavado en un bonito edificio de hace doscientos años.

Estos últimos hoteles comparten con los Brasileños y, sobre todo con los Venezolanos la orgía de sabores en forma de cualquier tipo de fruta, conocida…o no, que se pueda imaginar. Esto es más evidente en cualquier hotel de lujo de Caracas, sobre todo en el Embassy Suites, donde un pianista y una arpista amenizan el desayuno haciéndote creer que no eres un vulgar mortal. Lástima que, sobre todo en Caracas, en cuanto salgas a la calle sin precauciones, mortal es lo más probable en lo que te podrás convertir.

La sinfonía de sabores, la fruta siempre en su punto, dulce, deliciosa hace patente la diferencia de educaciones. Mientras el gringo medio se tomará sus tortitas con sirope y su revuelto de huevos con tocino y salchichas, cualquiera para quien el sentido del gusto no es uno más de los sentidos, levitará entre tanta sabor único y tanto color irrepetible.

Experiencias para olvidar, unas cuantas. Pero recuerdo, por las expectativas generadas, dos. El Meliá Alicante y el Plaza de Curaçao.

Una vez realizado este paseo por hoteles de los 5 continentes ustedes se preguntarán, cual es el hecho diferencial que convierte un hotel bueno en uno malo…y viceversa. Obvio…el zumo de naranja del desayuno.

En un emplazamiento irrepetible, una Isla conocida desde la antigüedad por sus frutas (se denomina Curaçao, Curación en portugués, por las frutas que los marineros podían tomar alejando el fantasma del escorbuto), me ofrecieron el zumo de sobre más vomitivo que recuerdo haber tomado…o no…En Alicante casi les ganan.

14 comentarios:

Angel Rubio dijo...

Y el mejor zumo de naranja, en Turquía, ¿no?

Fernando Solera dijo...

Crónica muy bien escrita y sin faltas de ortografía.

Por cierto, y a pesar de lo extraordinarios que puedan ser los hoteles, supongo que tu cama favorita seguirá siendo la 151, ¿verdad? ;-)

Kikas dijo...

Pozi, Angelito...pero los de Turquia eran en la calle, a la increible cifra de 40 céntimos, o algo así
Increiblemente, en Chinatown, en Bangkok en la calle, tambien tomé un zumo de naranja espectacular. Pero de los de Thailandia, sin duda, me quedo con el zumo de sandía del Hotel Siam...absolutamente inenarrable

Kikas dijo...

Fernando...tú eres un poco cabrón...¿No?
No tengo faltas porque le paso el corrector del word, ¿qué te habias creido?
;-)
Con respecto a la cama 151, no creas...a veces llego a casa y extraño la cama
;-)

xipo dijo...

Veoque tienes un auténtico doctorado en hoteles... La próxima vez que reserve ni booking, ni trivago ni nada... Consultaré contigo!! :-)

Por cierto, he aprovechado para leer la historia de Iñaki que no la conocía, y tan sólo felicitarte por ese !Zas, en toda la boca! que le distes a la rubia...jeje (eso si, con mucha clase)

Un saludo, felices fiestas!!

Kikas dijo...

Clase...que no falte..
Que lo que tiene que sufrir ese Iñaki las noches de Invierno, Xipo...ni el Santo Job

Nieves dijo...

Kikas, me pasaré más despacito a leer toda tu entrada, pero de momento sólo queria desearte una muy Feliz Navidad y unas felices fiestas para ti y los tuyos. Un abrazo muy fuerte,

Kikas dijo...

Gracias Nieves...lo mismo te deseo
Sé muy feliz esta noche...y siempre

Juan Carlos dijo...

¡Dremíalamorhermoso! Anda que no eres viajado, lástima que tanto sea por trabajo pero se ve que lo disfrutas.
FELIZ NAVIDAD

Kikas dijo...

Algo lo disfruto, y algo no tanto...pero casi siempre descubres algo
Por cierto, muchas gracias por la felicitación, mucho más currada que la mía, ¡donde vamos a ir a parar! Y mucho más original...
Pero como Ingeniero me he quedado pensando en la velocidad de los trineos para que despues del swing, con movimiento casi perpendiculoar al suelo le caiga en la cabeza...(Es que estoy con los movimientos parabólicos y la física de mi hija)
;-)
Un abrazo

Javier dijo...

Dentro de poco te veremos en algún programa de TV de viajes... de esos que les pagan por viajar, visitar hoteles, disfrutar de la gastronomía local, conocer a las gentes que lo hacen especial...
Cobrar por lo que otros pagamos.

Felices fiestas allí donde estés. Todavía en el Camino?

Un abrazo

Kikas dijo...

En fin Javier...algo he avanzado
Ya escribo...lo de cobrar lo dejamos para la siguiente etapa
;-)

Mela dijo...

En esta entrada compruebo que eres experto en hoteles. Me ha gustado el aspecto del Raffles.
Las cabañas de la Isla de Bintan... unas preciosidades.
En otro momento leeré lo de la española que has destacado

Kikas dijo...

De otra cosa no sabré...pero de dormir cada noche en un hotel e ir con la casa a cuestas en la maleta durante quince dias seguidos, créeme, Mela...se un montón....
Un beso