BUDAPEST, LA CAPITAL DEL PORNO

Y ya veo que he captado vuestra atención inmediatamente, (Este título promete tardes de gloria para el contador de éste, nuestro blog) o sea que no os tendré en ascuas porque, definitivamente, no vamos a hablar de sexo en esta entrada, sino de amor.

Y es que, mi compañero y yo, dado que voy a hablar de sus sentimientos no le nombraré aunque para los que me seguís ya sabeis con quien estoy viajando, hemos tenido un día intenso. Pero se ha debido de enamorar, porque si no, no me lo explico.

Hemos ido a visitar a nuestros clientes, y no hemos visto al patán de ayer del pelo rojo, o sea que a lo mejor era del Gran Hermano polaco, pero hemos acabado nuestras visitas sobre las 5 de la tarde.

Durante los dos días que llevo en Hungría puedo haberme metido entre pecho y espalda 4 Goulash. ¡Dios, qué cosa más rica!.

En Hungría además disfruto porque tienen una cultura del vino de la que carecen en muchos paises del entorno. Ayer, nuestro socio Húngaro, nos llevo a sus oficinas. En el sótano tiene una bodega que cuenta con más de 100 años. Nos metimos dos botellas de vino en la reunión (eramos 4, o sea que tampoco había demasiado peligro) pero si le añadimos la Palinka de pera con miel, y las cervezas de la comida, a lo mejor dábamos positivo en el control de alcoholemia.

Los húngaros se quejan de que están sufriendo una crisis sin precedentes. Sin embargo, las carreteras, los coches y los edificios, nada tienen que ver con los paises del entorno. Lo único que te cuentan que va bien son los rodajes de películas porno.

Como os comentaba, hemos acabado sobre las 5 de la tarde. Nos hemos ido al hotel a acabar de contestar correos, hacer llamadas de teléfono, etc. A las 8 hemos quedado para salir a cenar.

En la recepeción hemos preguntado donde ir a tomar una cerveza y a cenar. Nos han dicho que en el centro donde quisiéramos. Ante nuestra insistencia de dónde, nos han comentado que era nuestra elección. Le hemos explicado que en Madrid le recomendaríamos exactamente un sitio, nos ha respondido que no podía dirigirnos de ese modo, que no era justo.

Visto que había poco que hacer, hemos cruzado el Danubio (Estábamos en Buda, y debíamos ir a Pest). Esta ciudad es una maravilla. Monumentos, edificios, calles lugares....La gente tiene una mentalidad absolutamente europea, herencia de los tiempos del Imperio Austro-Húngaro donde si no eran el centro del mundo, poco les faltaba. No me explico como pudieron vivir bajo un régimen de aislamiento.

Lo primero que hemos comprobado era la cantidad de grupos de españoles que había. Parecía que les habían soltado.

Al llegar a la zona central nos han abordado dos rubias. Parecían el duo sacapuntas, aunque no estaban mal. Nos han comenzado a hablar en Hungaro. Cuando hemos dicho que Inglés o español, nos han comenzado a dar palique. Que si estaban buscando un sitio, que si teníamos tabaco, que dónde había un local para bailar salsa. Enseguida me he dado cuenta del percal, no así mi compañero que pretendía explicarles que no éramos de aquí pero que estaba encantado de ayudarlas. Acababa de enamorarse.

Supongo que mi lenguaje corporal ha hecho que reaccionase. Al preguntarle si no se daba cuenta de lo que eran me comentó que para nada eran lo que yo pensaba, que eran turistas pero que le ha dado palo continuar con ellas porque él ya había elegido, y a mí me tocaba la enana, y no era cuestión porque yo era el jefe.

Me partía la caja. A los 15 metros me aborda otra pareja de rubias hablándome en húngaro. Al intentar escaparme, me hablan en inglés pidiéndome un plano de Budapest. Supongo que ahí se dió cuenta de que no se morían por nuestros huesitos, sino por nuestros Euros. Se comenzó a descojonar.

Una vez que las dejamos, 20 metros más adelante se nos acerca otra pareja y ya los dos por el puto suelo.

Hemos decidido seguir la corriente a la siguiente pareja (Sabíamos que hoy nos habíamos perfumado y se detectaba que nos habíamos cambiado de calzoncillos por la mañana. Alguien se acercaría, no teníamos ninguna duda)

Efectivamente, menos de medio minuto despues, otra pareja de rubias nos pregunta por donde ir a tomar una copa. Nosotros les mandamos para una dirección, ellas nos mandan para otra, y les decimos que entonces vayan donde dicen.

Nos comentan que no conocen la ciudad, pero que les acompañásemos por si acaso no encontraban el sitio. Miré a mi compi con ojos de carnero degollado y él, para putearme como solo se putea a un jefe con excusa de "no te vi", les dice que sí.

Ya estaba liada. Sin embargo, el compi les comienza a decir que por allí no se va, que se va por otra calle. Ellas dicen que no, que se acuerdan levemente de hacía dos días. En ese momento ven un bar de cocktailes y dicen "es aquí". Nosotros les decimos que no, y ellas se asoman, pegan un grito y preguntan al camarero. Este las dice que sí, y que arriba hay una planta para que estuviésemos más tranquilos.

Ya habíamos descubierto la incógnita, porque no veíamos lupanares con luces rojas entre semejante fauna.

O sea, espíritus solitarios y despistados, que ya sabeis. En Budapest, para chascar, no hace falta buscar sitios de luces de colores. Cada pareja de éstas tiene un bareto de referencia donde llevar a los despistados. Baretos normales, pero donde la ronda puede subir a lo que ganas en una semana como te lleven al reservado que no se ve desde fuera.

Las hemos dejado en la puerta ante su insistencia de entrar, pero es lo que tiene la curiosidad. Ya nos habíamos enterado de qué iba el juego. Sin embargo a mí siempre me jodió hacer perder el tiempo a la gente que trabaja.