Argentina es una de mis debilidades, y por eso la fustigo sin descanso.
No se me ocurre, si ese país no fuera tan inmensamente rico, cómo podría aguantar el saqueo sistemático que sufre a cargo de la casta dirigente desde hace décadas, por no decir siglos. Argentina, en mi imaginario, no sale bien parada porque, generalmente, llego a ella procedente de Chile, y eso es el Ying y el Yang. Siempre lo he dicho, la quiero tanto...que me duele Argentina.
Aterrizaba en Buenos Aires hace unas semanas, un maravilloso día de otoño. El país soliviantado. Un Hijo de puta con todas las letras, un mafioso llamado Hugo Moyano, lider del sindicato de camioneros (Si alguien se pregunta por qué Argentina no tiene un ferrocarril que merezca ser llamado así, aquí puede investigar un ratito) acababa de dejar el país sin periódicos el fin de semana. ¿La razón? Los periódicos habian comenzado a informar acerca de una investigación judicial en Suiza sobre él (dinero limpio, no jodamos). Y como en Chicago años 20, en vez de defendernos de las insidias (coño, que es que a lo peor no tengo defensa posible), impedimos el reparto de prensa. (Esas cosas que solo pasan en Argentina y en Zimbawue, con perdón para los de Zimbawue).
Lo mejor...el Gobierno, aliado del mafioso, no interviene porque aduce que es un conflicto laboral. ¡Peronismo en vena!
Buenos Aires está sucio, muy sucio. Sigue siendo una ciudad maravillosa, pero la mierda parece que se regala.
Todos los taxistas, menos uno que ya contaré más adelante, quejándose del Gobierno. Y a todos les contestaba que cada pueblo tiene el Gobierno que se merece. Los españoles el nuestro, y Argentina...el suyo.
Con tanto sicoanalista por metro cuadrado, los argentinos se entretienen discutiendo si son galgos o podencos. La ciudad la bloquean diariamente 4 piquetes de 50 personas, no son más. Y hay enconados debates a favor de la libertad de expresión y contra la represión. O sea, que 200 personas bloquean a varios millones y la gente se busca sus atajos, todos quejándose de lo mismo pero nadie haciendo nada.
A pesar del Gobierno, hay crecimiento. (Principalmente gracias a las exportaciones de soja a China) Argentina es el único pais del mundo que tiene aranceles a la exportación en vez de a la importación, y los golfos del gobierno lo defienden como una ley contra los
ricos. (Alfonso Guerra al lado de estos populistas, un niño de teta).
El problema es que en Argentina los Gobiernos no caen por otros problemas más que por la inflacción (Ni siquiera las dictaduras militares cayeron por otras cosas), y ya andamos entre el 30-40% anual.
Pero no hay que preocuparse. Volveremos a agitar el fantasma de Las Malvinas (Ya estaban empezando). El caso es señalar la luna con el dedo para que se te queden mirando al dedo. Y mientras tanto, los veteranos de la guerra, acampados en La Plaza de Mayo, esperando que les reconozcan sus derechos, 30 años despues.
Sin embargo disfruto, disfruto mucho allí. Una vez que eres capaz de aislarte del entorno, Buenos Aires es una ciudad maravillosa.
He comido una carne, pura mantequilla, lástima que la requemen (Me
estoy haciendo hoy un montón de amigos, jejeej, porque hablar mal de Argentina no está bien, pero criticar el punto de la carne es delito de lesa patria). En contraposición diré que los cruasanes (Como dice la RAE), o medias lunas (Como dicen los argentinos), son los mejores del mundo. Por mucho francés con el que os relacioneis.
He paseado por Puerto Madero, delicioso. Anduve por Palermo, un Chueca porteño, con las tiendas de moda y gente guapa y moderna (homos y heteros). Recorrí el Mercado de San Telmo el domingo por la mañana, con todo el sabor maravilloso de la Argentina eterna, y, despues de muchos años...volví al Barrio de Boca
.
Tomaba un taxi hacia allí. No recuerdo qué broma le gasté al conductor. Me contestó:
"Gallego, soy peronista y de Boca, jodéte" (Tilde puesta a propósito, aviso)
Pocas bromas, me dije, éste va cargado o forma parte de un piquete por las mañanas.
Al pasar delante del Estadio del Boca Juniors se vuelve a dirigir a mí;
"Gallego, persignáte". A ver como le decía al pavo que no me gustaba el futbol...
Por fin llegamos. Con un suspiro de alivio le
pagué, y me reencontré con esa Argentina Porteña, encerrada en sí misma, aislada del mundo, porque no creen que el mundo esté a su altura.
El Barrio de Boca es un Barrio Popular. La gente vive allí, y se nota. Si sales de la parte turística, media docena de cuadras, es un sitio con sabor, pero decrépito. Guardian de las esencias de esa Argentina, autista y fullera, para la que todo lo de fuera es inferior. Gardel, Evita, Maradona... Pero, aunque solo sea por una vez, has de ir y disfrutarlo.
Una Quilmes de litro en la calle(Si eres turista no
tienen menor cantidad, supongo que porque todo el mundo adivina que eres de al ladito de Bilbao), y música en vivo en la acera. Se acerca la noche, hay que retornar. A según qué horas no es un barrio recomendable ni encontrar un taxi fácil. De vuelta al centro, una Pizza deliciosa en El Palacio de la Pizza, en Corrientes, al lado del Gran Rex, la canción de Sabina en mi cabeza...
Y se me acaban los días. Y como siempre, o cada vez más, me apena dejar ese trozo de Europa, una Europa extraña, de gente cosmopolita y culta, mezclada con arrabaleros y pícaros.
Y yo comienzo a buscar algún italiano en mi árbol genealógico, a ver si encuentro la explicación